…los entretiempos había que abrir algunas garrafas, algunas para el respetable, otras para los jugadores que estaban deteriorándose más que cuando rondaban los andamios y tablones de la construcción ante el sol que no respeta calvicies de viejos ni guaguas. El olor de la carne que asaba don Régulo, el presidente del club deportivo El Zarpazo de Renca, regada por las cervezas hacía estragos entre los asistentes. Las series estaban concluyendo el campeonato relámpago y los ánimos se calentaron una pequeñez si se considera un penal no cobrado que dejó un contuso en la Posta Central y un fuera de juego que sólo vio el guarda líneas. Nadie más. Para qué decir del gol que sentenció la justa. Y el asuntito este, pero bueno…
Detalles. A la hora de los balances, un siete para los organizadores de tan magno evento, salvo una que otra cosita que hay que mejorar, socio. Salud, salud. Métale carne, compadrito lindo, sacando a bailar a las viejas, contando anécdotas recargadas, mentiras dichas siempre de manera diferente… Las chiquillas que acompañaron a los más encachados se anduvieron agarrando de las mechas por un malentendido que se le arrancó a un entonado envidioso porque hace tiempo no le toca carne cruda ni lo consideran para armar un equipo. Mal momento para saldar cuentas antiguas. Alegró la fiesta que se estaba guateando un poco, hacía falta la pimienta de los diarios sensacionalistas, porque al día siguiente apareció en una plana la historia del partido de fútbol en que tomatera y mocha hicieron su agosto en un domingo que prometía sólo sana entretención, con fútbol, asado y baile. Uno se descuida y lo hacen famoso…
Hasta los perros tocaron algo de asado. La final culminó con gol de oro, no sin algo de polémica. Y es que a quién se le ocurre poner de árbitro al breva que lleva la asistencia y los atrasos en la pega. Si todos sabemos que cuando se le pone una idea entre ceja y ceja, no hay quien lo encarrile de vuelta. Y estaba claro que el hombre estaba cargado para el lado del campeón. Y mírenlo, el lindo haciendo un trencito con las viejas y el equipo galardonado. Dígame si no es sospechoso el asunto… Óigame amigo, usted que está cerca, alcánceme un choripán… Pero como digo yo, causa sentenciada, no tenemos video ni repetición de la jugada… Lo único que vi es que el gol anulado era legítimo, y el último estaba por lo menos un metro adelantado…. Considero que alcanzarle la chuica al árbitro y a los guarda líneas fue desatinado por decirlo bajito… Hubieran esperado a que terminara el lance, pero como al viejo sediento que le dio por repartir antes de tiempo les convidó a los jugadores, se le antojó que ya estaba bueno para empezar la rayuela corta de una vez por todas. Ahí ya el asunto se descontroló. No tanto tampoco, seamos mesurados.
El problema grande fue que me empezó a gustar una vieja a la que no le había puesto atención nunca… La señora del señor presidente del club a quien me la topaba en los Bingos pero que no le hallaba gracia por ninguna parte. Así es que cuando la saqué a bailar con la venia del señor presidente, me dio por agarrarla bien para no perder el equilibrio y de paso darle un poco de picardía a la cumbia. Ameritaba. La vieja ameritaba. Doña Zoila. Y se dejaba llevar que era lo mejor, porque le apliqué algo así como una cumbia salseada. Meta pierna y agarrón firmeza. Don Régulo asentía y avivaba porque su vieja se estaba luciendo que era un gusto mientras le mostraba a los compañeros que su mina siempre había sido buenaza para el baile y que yo le pegaba harto al cuento con el favor de Dios. Favor que me hace don Régulo. Y como en la cueca, en la cumbia tampoco hay primera sin segunda, y seguimos con un larga duración en donde venían esos temas chichas pegados uno tras de otro, mezclados con twist, rocanrol, salsa y cuanta enjundia se le ocurría al DJ Joselo, que metió como cuatro veces que el mundial del 62 era una fiesta universal. Buen aguante la Zoilita porque aunque traspiraba como lobo marino, le daba no más, no vaya a ser cosa que al Busch ese le de por atacar Renca… A esas alturas mi camisa había perdido como dos botones por medio y el cinturón no me podía contener el abdomen. El arte es así, sin medida ni clemencia por el artista. ¿Le gustó el campeonato Venancio…? (bolero salseado también para no perder el estilo)… Asentí con un of course algo tufoso, y le apegué mi cara a su mejilla. A esas alturas don Régulo estaba dando algo así como una clase magistral de política exterior y caché al voleo algo así como soluciones para dar un corte definitivo a los temitas del Gas y el Mar, mientras observaba en otra vuelta del bolero (al tiempo que le sobaba un rollito de la espalda a la doña) que un viejo hacía negaciones furibundas con la cabeza y que había que ponerse firme no más y no aguantarle nada a nadie que se quiera subir por el chorro porque la patria…
Estaba candente la discusión.
Estaba calentón el baile…
Resumiendo, entre trago y trago fue doña Zoila la que dijo que le daban lata las peleas de política de siempre de viejos curados que no saben hablar de otra cosa e insinuó ir a fumarse un puchito por ahí. El resto se puede deducir, se fumó un cigarro tal y cual se había previsto, sólo que después. Póngale sal y pimienta a gusto, pero alguien le puso más condimento y fue con la primicia ante el señor presidente. A mí me hubiera gustado hacer lo que el chamullento arrastrado dijo a don Régulo porque nunca pude acomodarme bien dadas las circunstancias, y más encima cuando estábamos en lo mejor a la Zoilita le anduvo entrando el miedo porque entre los matorrales podía aparecerse el Diablo y yo, entre coordinando argumento y pose, le explicaba que no se preocupara, que al coludo ese había que agarrarlo a chuchadas y santo remedio. Pero al tipejo le dio como que éramos acróbatas de cuadros plásticos poco menos que dignos de película de motel, cuando nos descubrió mientras echaba la corta en el mismo arbusto de nosotros. Y fue cuando no alcancé a zafarme del primero que me agarró. Luego vinieron los demás. El resto sale en el diario más o menos como pasó.
Pero de que el campeonato estuvo bueno y la organización un siete, nada que decir. Espero que el del próximo año esté tan bueno como este. Con vino como para repartir premios y harta carne, para tener tema ¿o nó?..., dígame que no, pues socio… Salud por eso.
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