Buenas Lunas.

Mientras dormía, la mañana ha corrido de un lado para otros, las nubes no se distinguen, ni de chiste es día nublado; el viento corre lentamente llevando entre manos partículas de un aroma que no es el mío…la mañana se encaja dentro de un día de notas agudas que pasan invisibles entre la pared y el recuerdo de una habitación, de la que salí bañado por unas manos marcadas por unos dedos finos…como un alegre lamento de cuerdas de guitarras, desperté esta mañana en medio de un río de piedras…Con entumidos dedos, la mañana me sigue sigilosa con su mirada que pinta para una tarde de digna maldad con gratas nubes frías…me mareo mientras trato de beber café, jalo aire a mis pulmones y me llevo el recuerdo de un aroma a vainilla, un recuerdo que saboreé sin saber exactamente donde se cruzo por mi nariz…me paseo sobre notas de música que tiñen mi cuerpo de mordidas nostálgicas; como pequeñas mordidas de una arañita, como de pequeñas abejas oscuras –pensamientos que corren de sanos a malsanos- que revolotean por todo el aire de este campo de espacio…me detengo y estaciono mis letras en algo que me deje un grato sabor de boca -así me dijo- bien recuerdo, así grabé esas letras para llevármelas después al bolso izquierdo de mi pantalón…la mañana pinta como si fuese una alegre madre en busca de un alegre momento para remojar sus canas…la mañana me deja un sabor grato amargo de boca, el viento grita tan alto que me quita la atención del instante…grita, y tanto que no me deja escuchar, grita tanto que no me deja concentrarme en lo que pasa por mis venas…y cierro los ojos para remojarme las canas también, con la intención de poder llevarme a la boca las palabras exactas que quiero decir en las letras que escribo…sólo quiero escuchar esas palabras que me dejen estar dentro de mi, dentro de la escasees de tiempo que hay entre las mordidas de la noche y las mordidas agónicas de esta mañana…sentir este extraño momento en el que ni el café, ni la pasta para los dientes me quita este sabor de vainilla pura, que me ha dejado un grato sabor de labios hacia dentro –así lo recordé- grato y distante, que sensación extraña la de extrañar un aroma, un tacto, una palabra sencilla…la mañana marcho, así, sigilosa mientras acomodaba mis libros y sincronizaba los latidos cardíacos a un ritmo más pausado; mientras revolotean las pequeñas abejas oscuras –pensamientos que corren de malsanos a sanos-, con un nombre que mis labios apenas y murmuran para no quitarme la atención del quehacer emocional que llega con esta astuta tarde, que de reojo me observa con la intensión de quitarme ese grato sabor de boca –así pasó-…ahora de nuevo; debo de tener miedo de llegar a parar en la noche, empapado bajo la lluvia mientras mi cabeza se tambalea nuevamente….Siempre estaré allí, siempre en algún rincón, de nuevo listo para jugar a que la vida tiene mil besos que robarle, así de reojo le veré para suspirar de nuevo ese aroma a vainilla que por momentos recuerdo como parte de algo que me hace extrañar la madrugada.

Epilogo.
Para un día que amaneces distanciado del mundo, con la mente extraviada en la ventana media de una vivienda vacía o buscando el ventilador para que se escurra el calor entre los dedos de tu sabana azul.

Pioxo