.....el cielo estaba completamente nublado, lleno de cúmulos grises que como nubes venían a formar un cuadro vivo, de lento movimiento. Todo eran diferentes tonos del color gris allá arriba... pero cuidado: eso no le restaba al cielo ni una pizca de bellleza. La maravilla del agua hecha nube se extendía por toooda la bóveda celeste, y al sol le quedaba ya poco para dejarse caer entre sábanas de árboles y horizontes de miel. Pero quedaba un pequeño trecho que había el sol de recorrer antes de escaparse de las nubes..quizá un solo cuarto de hora en que su luz iba a regalar ese color blanco-fuego a los perfiles de las nubes.

Entonces, ocurrió; gota a gota, la luz se iba dejando sentir en todas las cosas visibles, primero desde un gris clarito hasta un blanco puro, con una cierta dejadez hacia el amarillento.. y nos dimos la vuelta para mirar hacia el mar, y las nubes que antes nos habían parecido de una forma y un color, se nos presentaron completamente diferentes, con otras formas y otras tonalidades. Y sobre todas ellas se extendía un semicírculo perfecto amalgamado y privilegiado con todos los colores.

El señor arco iris se nos mostraba en su máxima lucidez, imponiendo a la perfección con su círculo, con su totalidad de gamas acarameladas. Y después apareció el otro, el reflejo del reflejo.... dos gigantes semicírculos que nos dejaban a todos los que intentamos establecer perfecciones a la altura del betún; y extasiados ante la belleza perfecta, o ante la perfección de la belleza (como se quiera).

Comprendimos una vez más que el reflejo de la pureza se nos presenta ante las narices en el momento menos esperado.

La felicidad volvía a desbordarnos los sentidos.

Había reencontrado las palabras, y la forma de decirlas......