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Les voy a contar una historia, sí, mi historia, quizá una historia como otras, pero esta es mía, y cual narrador de cuentos, intentaré expulsar las palabras que saldrán y junto al viento, se compartirán en los oídos perpetuos, de la interminable línea de la red espectral. Sentado en mi soledad, frente a un plomo y opaco computador, que paradójicamente me trajo la desdicha en que hoy me encuentro, por la tonta costumbre de ser como soy, un tonto enamorado, que quiere escribir las cosas que pasa junto a ti, sí a ti, la musa de mi no sé que hacer, y que tal vez hoy, ya no seas mi dulce dormitar despierto.

Intentaba escribirle algo, sí, a ella, la culpable de mi pesado sueño, solo por pensar en ella, la culpable de mi insomnio y del espectro que dibujaba tu silueta. Y pues decidí poéticamente describir los momentos tan bellos que habíamos pasado, contarle, como si ella estuviera a mi lado y susurrarle al oído, palabras que solamente ella entendiera, palabras que estremezca su delgado ser, alimentando su loco amor por mí y por el amor que nos contagiábamos noctámbulamente el uno al otro.

Empecé pues con la descripción de los interminables encuentros que tuvimos, exigiendo a mi inconfundible pensamiento, de paisajes eternos y cuadros visionarios. Que a ráfagas de letras embellecidas salía de la mente rápida, cual francotirador, para impregnarse en la máquina fría y cálida a la vez, que solo por ahora, comprendía mi tonto desgano de perderte.

Y empecé:

Narrábale las interminables veces que nos encontramos a la vuelta de una esquina, a la vuelta de nuestras vidas, soportando la desdicha de encontrarnos separados, pero nuestro encuentro, borraba toda tristeza, y cual oasis en las calles desiertas, enverdecía en aroma de tu loca figura, y caminábamos al compás de tus pasos mudos, en desolados jirones de nombres raros, de ladridos y cantos beodos, de noches empapadas de estrellas fugases al pie de una gruta sentados los dos, de calles interminables y solitarias en compañía de los vientos y los fríos suspiros.

Fueron mil noches y madrugadas infinitas de caminos inconclusos, esperando el alegre amanecer que aclaraba tu rostro con una lágrima por el sufrible e impedido adiós, que me separaba otra vez de ti. Que nos alejaría otra vez más, de nuestra magnética compañía. Y yo, tranquilamente desesperado esperaría otra vez tu llegada, para encontrarnos en las calles oscuras, de madrugadas tibias y tu tierno amor al amanecer, de compañía y abrazos perpetuos.


Debo aclararles, y es muy necesario, que yo trabajo alquilando cabinas, y pues, eso me permitía estar diariamente en este dilema de qué escribir, para satisfacer a mi tonta enamorada, que molestábase por no hacerlo. Y pues necesariamente tenía que exigir a mis locas creaciones, sin ser repetitivas.
Mientras escribía y daba rienda suelta a mi loca inspiración de tonto enamorado, apareció una chica infortunadamente inoportuna, leyó vivamente lo que escribía, mientras me pedía una cabina y no me quedó otra cosa que responder a su ruborizante pregunta: como te voy a enviar, si esto está hecho para mi enamorada. La cual ella respondió de lo más natural: solo envíalo para leerlo con mi chico, porque está muy bonito. Tontamente bajo su insistencia acepté. Y es más me dijo: envíamelo con un TKM. Bajo una sorpresa de inconformidad por su pedido acepté, explicándome no a ver problema por tal acto (pero me equivoqué, me costó, y muy caro), y al mismo tiempo le mandé a mi enamorada esperando recibir una respuesta satisfactoria y de agrado, y saber que ella sabe, que la quiero tanto, como la demostraba infinitas veces.

Recibí su mensaje de respuesta y agradecida por alimentar su ego, prometió visitarme pronto y pasear junto a la noche, y dejar nuestras huellas en estos suelos solitarios, que ansía nuestra compañía.

Al día siguiente recibí otro mensaje de ella, diciendo: ya no puedo más, hasta aquí llego contigo, porqué le envías a ella lo que me escribes a mí, acaso ella es una de las tantas, con la cual te burlas de mí. (Para mal o bien ella tenía la contraseña de mi correo, lo hice con la sana intención de que ella confiara en mí, pero eso había ocasionado esto)

Yo confundidamente intenté explicarle lo tonto que era molestarse por esto, pero fue en vano, pues ella atormentada por los celos, la cólera, la desconfianza y la absurda confusión decidió no escucharme, solo terminó conmigo, y sentenció su final, con un no me llames, no me busques, si dices amarme.

Otra vez Doña Confusión, hacía de las suyas, alimentada por las falsas creencias que todo es puro engaño, pura mentira, hoy te vistes de victoria, y ennegreces mi corazón de pena y desazón.

No me quedaba nada más que narrar este hecho anecdótico, con la voluntad de compartir esta tonta historia, hoy me encuentro narrando otra, con la misma intención de la primera, que ella lea y comprenda que por culpa de la señora y ama de la confusión hoy me encuentro, a media noche, sentado frente al computador, intentando contar este relato, con la única satisfacción: que tú, lo leas, y no con la esperanza que vuelvas sino con la angustia, de que otra vez, no pases tal hecho, por la simple razón de cegarse, ante un hecho que merece una aclaración, y un punto final.


................................Para un amigo..................

-------------------------------------El Gabo-----



Texto agregado el 19-10-2008, y leído por 268 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-10-2008 BUEN TEXTO UN ABRAZO GRANDE sapoeta
 
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