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Inicio / Cuenteros Locales / dulzelocura / cinco razones para ser feliz

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Esta historia empieza en un barrio de Barcelona llamado Sants.
Era un tres de abril, por la madrugada, Ester estaba de parto, fueron corriendo al hospital.
Al cabo de 9 horas, dio a luz a un precioso bebé, que Antonio el padre y Ester, le pusieron el nombre de Heco.

11 años después…

Heco empezaba el instituto, pero no tenia muchos amigos, hasta que un día le hablaron tres chavales, Rubén el guaperas, Carlos el chulo y Sergio el simpático.
Desde ese día ellos cuatro se hicieron inseparables.
Hicieron una pandilla de chicos y chicas muy bonito, quedaban para ir al tibidabo, para ir a dar una vuelta, etc.

Al cabo de unos 4 años las cosas cambiaron mucho, Rubén y Sergio empezaron a ir con chicas y Carlos a trabajar.
A Heco le supo muy mal, sobretodo que se separara de Rubén, porque le tenía mucho cariño y compartieron muchas cosas, Rubén invitaba a Heco a su apartamento de la playa y Heco lo invitaba a su camping, vamos, que eran muy amigos.

Y al año Rubén se fue del instituto para estudiar módulos, ya que el batxillerato no se le daba muy bien. Heco lo echaba mucho de menos, y no podía dejar de pensar en el, no sabia si era porque le extrañaba ¿o era algo más?
Heco continuo estudiando repitió segundo de batxillerato y hizo nuevos amigos y amigas, sin dejar de hablar con Carlos y Sergio, pero de Rubén no sabia nada, solo que tenia una novia que se llamaba Ainoa.
Un día Heco quedo con un amigo, Hugo, y le explicó el problema que tenia, Hugo solo le dijo que si sentía algo por Rubén que se lo dijera. Hugo también le hizo una pregunta:
-Heco, tu eres gay?
Y Heco no sabia que contestar pero era su amigo, no quería mentirle.
-Si.
-No te preocupes, yo también lo soy.
Heco se quedó parado, en ese momento no sabía que decirle.
-¿Tu como lo averiguaste?
-Muy fácil, porque solo me fijaba en los culos de los chicos. –Heco le dio la razón y se pusieron a reír.
Estuvieron hablando toda la tarde sin parar.

A los pocos meses, un día, Rubén llamó a Heco para quedar, Heco, muy contento, aceptó y quedaron por la tarde en casa de Rubén.
Cuando llegó a casa de él, estaba muy nervioso, pero el mismo pensaba que no tendría porque estar nervioso, ya que Rubén tenía novia.
Heco picó el timbre y él abrió y le dijo que pasara, estuvieron un rato hablando de “los viejos tiempo”, y entonces fue cuando Heco le preguntó:
-¿Por qué me has dicho que viniera? –Rubén agachó la cabeza.
-Quería comentarte un problema que tengo y no se a quien acudir. –Heco pensaba que debió haber roto con la novia o algo semejante.
-Pues dímelo, soy todo oídos.
Rubén se le acercó, lo miró a los ojos y le dio un beso, Heco no se lo podía creer, estaba pasando, no quería que le dejara de besar, lo agarró de la cintura y lo tumbó en el sofá, Heco lo miraba desde arriba pensando que eso no podía pasarle, era demasiado perfecto.

Al día siguiente cuando Heco se despertó vio a Rubén cambiándose, él se dio cuenta de que ya estaba despierto y le dijo:
-Venga Heco arriba, que dentro de una hora vienen mis padres.
-¡Ya voy!
Cuando estaban desayunando Rubén miró a Heco, tenía cara de estar triste, pero ayer… ayer no estaba así.
-Tengo que decirte algo.-Se rompió el silencio.-lo de ayer no fue especial…
-¿no te gusto?-Se sintió avergonzado.
-¡Claro que si!- Hecho una sonrisa.-Pero que sepas que yo no quiero nada con tigo, solo quería probarlo.
Heco no sabía como sentirse, se aguantó las ganas de llorar y le dijo que eso tendría que habérselo dicho antes. Cogió sus cosas y no le dijo adiós, simplemente lo miró y le dijo:
-Yo pensaba que eras diferente…
-Es que no sabía como decírtelo.-No le dejó acabar la frase y Heco ya cerró la puerta.

Luego mas tarde llamó a su hermana y le explicó lo que le pasó, ella le dio sus consejos y lo apoyó en todo lo que podía. Heco no paraba de llorar, diciendo que Rubén lo había utilizado y que no lo quería.

Fueron pasando los años y un día por la tarde mientras Heco se tomaba un café en una cafetería entró un hombre que le resultaba muy familiar. Después de unos cinco minutos cayó en que ese hombre era Rubén.
No sabía que hacer, si saludarle o hacer como si nada por el daño que le causó, pero ya eran mayor para hacer esas cosas, así que optó por saludarle.
Rubén lo reconoció al instante y estuvieron hablando toda la tarde de esos momentos en que pasaron juntos de amigos, y Rubén le preguntó que como le iba la vida, y Heco le respondió que tenia pareja estable, se llamaba Raúl, vivían en Badal en un piso enorme y a los tres años de pareja adoptaron una preciosa niña que le pusieron de nombre Jessica. Rubén le hizo otra pregunta, que si tenia alguna razón para ser feliz después de lo que le hizo. Heco se le quedó mirando, hecho una sonrisa y le dijo que tenía cinco razones, una razón es mi madre, por darme la vida, otra es mi padre, por comprender que me gustan los hombre, otra mi hermana, por estar ahí en los malos momentos y aguantar mis depresiones, otra razón es para mi hija, que sea como sea la voy a querer igual y otra para Raúl, que me hizo amar como a nadie e amado.

Texto agregado el 19-10-2008, y leído por 88 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
19-10-2008 BUEN TEXTO UN ABRAZO ..BELLO GRANDE sapoeta
 
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