La laguna de Chascomús está ubicada a ciento veinte kilometros de la Capital Federal,
hacia el lado sur, tomando por la ruta dos.
Su superficie es de tres mil cuarenta y cuatro ectareas, cinco por veinticinco kilometros.
Allí nació el ex-presidente Don Raúl Ricardo Alfonsín.
Se encuentra a tan solo ochenta kilometros de la Ciudad de Dolores, que es el primer pueblo patrio
(donde además se remiten todos lo procesos judiciales de la costa Atlántica).
Desde Chascomús, incluyendo al río Salado más el Sambormbón, que desembocan en la famosa bahía que lleva su nombre, hasta la salida franca al mar, existen veintiseis lagunas denominadas como "las encadenadas".
Cuentan las leyendas mitológicas de estos lares,
de raíces Araucanas, que producto de una enorme crecida del mar, que hubo allá por los siglo pasados, un grupo de tritone y Sirenas (humanos cruzados con peces que viven sumergidos en los oceanos, aunque tambien existen cruzamientos con aves, con cuadrupedos; aquí nadie se salva, parece.) salieron del Atlántico, copando las distintas lagunas encadenadas.
Se dice también, dando esto como muy ciertamente válido, que aquellos vestidos de mujer bien apretaditos a las piernas, como los de la Morticia de los locos Adams, está inspirado en la propia forma de caminar de las sirenas.
Horacio La Fuente vive de rentas, no teniendo problemas económicos, se dedica a la administración de sus bienes;
en resumidas cuentas es un solterón empedernido (Pero aunque lo niega, las malas lenguas aseguran que La Fuente lleva una novia escondida en la manga, a la cuál le es demasiado infiel).
Acostumbra visitar Chascomús, porque allí son muy famosos lo cabarets de la ruta, por el buen nivel que existe de mujeres esplendidas, también por sus generosos aranceles.
Por este motivo, a la espera de que llegue la ansiada noche, es que comenzó a dedicarse a la caza del codiciado Pejerrey, un pez de carne blanca y sabrosa.
Otro de sus pasatiempos es dar una vuelta completa a la laguna, en un carro alquilado;
demora unas dos horas en lograrlo, mientras va tomando unos mates dulces además disfrutando de la divina naturaleza, lo más probable,
imaginando, como quién dice, haciendose los ratones por lo que hará por la madrugada en los burdeles: Los alaridos,
Dulce cucharita, La movida.
Aunque el rubro no tenga nada que ver,
también es cliente del Atalaya, sucursal del afamado por las medialunas de manteca, restorante que está en la ruta, pero este en particular es uno discreto,
un apostadero lleno de ventanales, metido casi dentro de la propia laguna, con al frente un bosque de pinos enormes.
En la entrada al pueblo hay un Bingo recientemente inagurado, al que también irá muy seguido,
puntualmente, descuento, con asegurada asistencia perfecta.
Horacio La Fuente, vendió unos terrenos en la Pampa, y adquirió un auto usado pero en exelente estado de mantenimiento, un Megane Diesel del año dos mil, viniendo por el fin de semana.
En esta oportunidad se alojó en la habitación catorce de la planta alta en el hotel del sindicato de los Canillitas, puesto que su preferido está completo, no pudiendo realizar con la debida anticipación la correspondiente reserva.
Pero por experiencias anteriores, en esta nueva pensión en el sindicato, el mayor incoveniente que existe, radica en que a las cero hora cuando Horacio sale de paseo las puertas casi siempre están cerradas sin llaves a la vista,
con el sereno durmiendo metido en un sucucho de dificil acceso. En una oportunidad debió salir por la ventana ayudados por una soga hecha con sábanas anudadas.
Ese mismo día en que se hubo instaló en el hotel del Sindicato, por la tarde, salió a dar la gran vuelta completa a la famosa laguna de Chascomús,
en un carro azul y dorado; arrastrado por Penelope, una yegua tordilla que siempre lo acompaña.
Primero escuchó una extraña música que le taló los oídos, teniendo que taparlos con barro para no volverse loco, además de atarse con una sincha de cuero al carro.
Luego encontrandose en la mitad de la vuelta con una muchacha oriunda de Chascomús,
quedando embriagado de amor por ella.
Fue un paseo inolvidable, donde quedaron en encontrarse en esa misma velada,
minutos después de la media noche en el propio Casino.
Al día siguiente con el carro alquilado volvió hacer la vuelta para de nuevo encontrarse como habían quedado.
Detuvo su marcha a la espera de que vuelva, pudiendo ver como ella emergía del agua cuál verdadera sirena, además cantando estrofas de una lángida canción.
Roxana se vió obligada a confesar que efectivamente es una de ellas, una especie de reptil de largos cabellos que vive sumergida debajo del lago.
Horacio adquirió un velero, acorde con las normas que impiden la contaminación, instalandose para quedarse un tiempo a vivir en la misma embarcación.
Por supuesto que Roxana diariamente lo visita,
y hasta cuando puede se queda a pernoctar con Horacio.
Él ya le propuso casamiento pero ella no sabe que contestar.
Horacio, tal vez por estar celoso, con un traje de buzo comenzó a investigar la laguna por dentro,
o quizá para saber mejor como es la vida de una auténtica Nereida.
Aunque, cuanto más va profundisando en esta relación auspiciando este tipo de locas aventuras,
siente que brota un instinto de amor muy especial,
que le va carcomiendo el corazón como un vendaval hace caer hojas del árbol.
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