La sacra venganza
No importa que el sustrato de los dioses haya sido cubierto por el manto de pereza de los hombres, se elevarán pronto los fuegos de la sacra venganza y la humanidad reconocerá tarde su estúpida soberbia. He dicho, será.
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Será ahí donde la noche se vuelve más cerrada donde hallaré el placer de lo profano y reiré de dicha, y sabré que es una noche mía, tumultuosa y caótica, ceñida de penas profundas y odios arraigados, y quizá de resentimientos no resarcidos, que harán elevarse a mi espíritu por sobre todas las insulsas angustias del mundo. Después de todo soy ese que halla los fines más elevados en los motivos más ruines, y que disfruta y se desvive por lo que no puede ser más que dolor e impotencia en otros, y sufrimiento y padecimiento, y sobre todo, la confirmación de las ataduras terrenas que tanto los contienen y los doblan bajo su peso, obligándolos a arrastrarse y torcer la espalda peor que las sucias bestias de carga que ya no los pueden servir, pues desconocen su superioridad.
Ya quisiera verlos llorar y reír y arrastrarse y sufrir. Sus heridas serán el placer más grato, su sangre el néctar, la miel dorada que deleitará el delicado paladar del desencanto y saciarán la sed del desahogo de la venganza. Que gustoso y dichoso su pesar. Que justo, que sea sagrada esta venganza que reclamo mía y que pronto haré indefectiblemente mía.
Reiré sin llanto y lloraré con gozo, por la promesa cumplida y el desgarro al orden de los mediocres que pretenden arrastrar a los ínclitos a su mundo plano de insensatos e inconsecuentes. Seré juez y ejecutor, con los criterios del mundo afilaré las armas de la justicia divina que yo proclamo divina; y mis manos serán las herramientas sagradas de esta borrasca que se cierne sobre los afectos del mundo y amenazan con dejarlo donde siempre debió permanecer: seré la espada vengadora de los odios que debieron ser y serán donde antes no permanecieron reinantes, aunque fueron la sangre heredera del reinado más elevado de cuantos hubieron y habrán.
Oirán esta proclama los perecederos intrascendentes del mundo cuando hayan sentido el filo helado que los quema con cien y mil fuegos, sabrán tarde si alguna vez lo saben, que su mediocridad fue su muerte lenta y que su criterio de mediocres los abrazó a esa llama fatua de esperanza en la que verdaderamente nunca creyeron, sabrán si erraron y errarán si creen saber lo que no vieron en su ceguera ni oyeron en su sordera cuando su oportunidad fue única e inmejorable, en esa, la ocasión que se permitieron ser nadie en un mundo de nada en el que se contentaron con los placeres repulsivos de la bajeza y la ruindad más sucia y morbosa. No veo por qué se quejan y maldicen, si lo que hacen y dicen solo confirma mis afirmaciones y refuta asimismo esas quejas, que no solo pecan de infantiles y simples, sino también, y lo que es mucho más cuestionable y censurable, de hipócritas; porque, ¿de qué sirve ahora quejarse de lo que les ha tocado en suerte si cada uno de sus actos perezosos y resignados fueron los martillazos pobres que forjaron ese arma endeble que ahora se interpone entre su vida y su muerte, y no puede defenderlos del paso de los días efímeros, y mucho menos, de los evos inmisericordes que no recordarán siquiera el polvo maloliente de lo que una vez fueron ustedes en toda su falsa autoridad y frágil orgullo? Doctos cargados de títulos y populosos esgrimiendo sus estupideces se hicieron los más notables en un plano de existencias que me avergonzaron por contemporáneas y me mortificaron por abundantes.
Esta es mi palabra y es mi voz, es la consecuencia de un credo que hice mi credo y mi guía, soy ese que se cansó de un mundo de idiotas y de inferiores, soy el brazo derecho del caos y del cosmos, soy víctima y vengador, soy sangre y soy juez, soy la sacra venganza, la ineludible espada del destino amolada en la piedra del mundo decadente, soy el ejecutor y el enterrador, cavaré el pozo profundo donde sellaré sus restos sin nombre, donde serán pasto de gusanos y alcanzarán su único momento de verdadero sentido y serán sustento de un sustento mayor, soy la sombra silente que observa, contemplador y testigo, bastión de las fortalezas subyacentes, defensa de los últimos recursos de una primera humanidad ida, soy recluso y carcelero en la prisión de virtudes y pasiones que no he abandonado, soy y seré, por sobre todo lo mundano y frívolo. Será el último recurso de mi espíritu vapuleado, será mi condena y mi salvación, y quizá también la tan anhelada paz.
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Yo, que me cansé de hablar como un hipócrita con otro hipócrita, yo abandoné esta falsedad cotidiana cuando no tenía nada más a qué aferrarme para sentirme una persona, lo hice decidido y no me arrepiento, fue porque estaba harto de consumir mis esfuerzos en una hoguera que ya no puede arder con el fuego pasado, porque si todos desean el calor pero solo la inversión de mis trabajos y sufrimientos serán el combustible que lo hará posible ¿para qué querré que me acompañen? Sólo no conoceré traidores, sólo no soportaré mentiras, sólo no sufriré decepciones, sólo no padeceré el desencanto de los interesados que vieron únicamente lo que podían extraer de mis trabajos y no fueron capaces de entender cuánto pude haberles ofrecido, sólo sabré que dependo de mí mismo y del fruto de mis esfuerzos para satisfacer las necesidades que nunca fueron grandes, las exigencias que no podían abrumar a nadie, y que si soy incapaz de dar cuenta de ellas será por pereza y no por dificultad. Malditas las mentes aletargadas y los pensamientos egoístas de quienes no tienen ojos más que para sí mismos: sí, por supuesto, maldito yo, el principal de ellos, artífice de esta doctrina de odio profano que no puede ser más que el fruto de mis meditaciones oscuras, las más constantes y abundantes de cuantas transitan los senderos de esta mente gangrenada e infecta, del todo insalvable, por la que aún circula la sucia sangre de la esperanza, esa esperanza que a fin de cuentas no es más que una crueldad hacia los sufrientes.
El bastión del esfuerzo no temblará ante dudosos reclamos, no habrá puertas a las que llamar cuando hagan memoria, seré yo y solo yo cuando no haya más que hacer ni que decir, seré mi amo y señor como siempre debí serlo, juez sordo a pedidos, herramienta ciega a miradas suplicantes y ejecutor mudo en mis respuestas: ya no habrá más palabras para otros que recriminaciones y violencia: no sé si lo merecen, pero es lo que quiero, y solo yo seré capaz de dar satisfacción a tan negadas pretensiones.
Susurren en los pasillos si es de su gusto, escondan el puñal en la diestra mientras se dignan a ofrecerme la zurda, en cada uno de sus actos se insinúan sus intenciones avaras, sus maquinaciones más viles, las que son su guía y su todo, sigan y sean así, sean de ese modo que me resulta tan odioso, porque ese comportamiento vil es el que da alimento a un hambre de angustias y desencantos que no puedo saciar solo, necesito de ustedes para mantener el sustento de este pensamiento innombrable, sean como siempre, yo los veré y los oiré, aunque no lo noten o no les importe; actúen y vivan en esa rutina de falsedad tan manifiesta, de acciones de doble filo en que hallan tantos y tan burdos placeres, que yo seré seguidor de cada detalle, de cada mínima manifestación de disimulo; sean así, que es de mi mayor gusto verlos así, ese comportamiento es la sustancia que me mantiene de pie y vigoroso, es la sangre en mis venas y el aire que me llena hasta creer que voy a explotar, quiero que sean así para que yo siga así, aprenderé y sentiré todo lo que puedan ofrecer, seré su mayor alumno y su mejor aprendiz, de sus enseñanzas completaré mis meditaciones, el fruto de la reclusión más oscura de mis días más nefastos, sean así, a mi placer tanto como el suyo, porque mío es el gusto de la desdicha doliente que provocan las bajezas del mundo de los advenedizos, bebiendo de esta fuente de conocimiento trascenderé y seré yo mismo por sobre mis maestros, sobre todos ellos. Mío será el saber y la sabiduría de los mecanismos del mundo, veré cada uno de los hilos que mueven las marionetas de las marionetas, esos hilos que son de unos cuando otros creen que no son suyos y suyos son en fin, porque a hilo que ata lo ata otro y todos forman entre sí una maraña de movimiento fundamentalmente consecuente, y de esa maraña me desprenderé sin ligaduras, no como dómine de las marionetas, sino como portador del filo que todo lo puede deshacer, para no desenredar la breña de sus acciones, sino para zanjarlas con un tajo frío y veloz, cual hoz que dispersa las mieses con un movimiento único y preciso, de ese modo será el accionar sagrado que solo gracias a ustedes pudo ser concebido.
Será un día de gratitud y gozo, cómo podrá alguien honrar una obra tan bien ejecutada, una pieza artística de tan inigualable sublimidad, concebida por una mente enferma, sostenida por una multitud decadente, sobrellevada por un odio inculcado y cultivado, impulsada por un sentimiento de resignación y reinicio, y concretada por la indiferencia de los únicos que podían haberle puesto un freno... Sacra venganza será, sin lugar a dudas, cuando el tumulto haga sangre del tumulto, cuando el hermano mate al hermano y el amigo traicione al amigo, cuando el credo se vuelque contra el credo y el conocimiento sea la fuente de toda la ignorancia, será cuando la serpiente devore su cola y cuando el inicio sea fin y el caos cosmos. Será venganza y será justicia, pero será fin, por sobre todas las cosas será justo y será fin. Sea.
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