Es ciertamente divino
estar recordando por el celu
aquel momento genial,
cuando por primera vez nos conocimos.
Pero te siento muy lejos!
Ven hacia mi que tengo frío,
no me abandones
en medio de la nieve.
Te necesito a mi lado
para sentirme viva,
y de paso besarte,
acabar con la oscuridad que nos separa,
dividiendo nuestras almas
en inútiles mitades.
Pero de todos modos amor mío,
aunque sea por satélite,
desde aquí, tu morada
te envío uno con mucha humedad
hacia el centro de tus labios,
que también son los míos.
El presente de tu voz
retumba en mi mente
como el rugir de truenos y leones.
Además el sabor de tu piel
quedó grabado en el paladar
como una abrasiva pintura para exteriores.
Que se puede anhelar
con tanto aire que nos separa!
Nada puedo pretender sin alas,
si la sangre quedó olvidada
en un latón de membrillo.
Pienso. Cuando volvamos
a estar juntos para toda la vida,
cada mañana se derretirá
con el calor de la cama
y nosotros nadaremos
en gruesos mares de emociones
únicas indivisibles de solamente pasión,
de puro amor de fieles hermanos,
unidos por la cinta
que es el tiempo que avanza.
Tu esbelto cuerpo
que me pertenece
es un rompe cabezas
que únicamente yo sé armar,
con partes de miles de naturalezas
que yo sola sabré entender.
Porque claro!
los demás serán de adorno,
estarán para decorar,
el paso del tiempo ovillado en nosotros.
Persivo al amor con alegría:
es una llama que nunca se apaga,
la única que doblega la muerte,
que se reí de la nada,
que se mofa del fracaso y del agua.
Pero ese amor únicamente contigo,
como una mochila pesada;
caracol de mis sueños,
prolongación de mí ser.
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