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Ceremonia suburbana
"Como si ninguno de nosotros hubiese estado antes aquí
Y no estuviéramos ahora: en este espectáculo superficial,
Esta actividad invisible, este sentido."
Wallace Stevens
A un padre
Él siempre hablaba de los escaparates de engaño;
esos que pinta el diablo, en ciertas ocasiones,
ante los ojos de la gente que mira, pero no ve;
ni siquiera imagina el final de la historia:
final contado a voces, entre tanta ingenuidad,
en ese apuro, inútil, escondido.
Los enormes letreros luminosos
nos alejan del fondo oscuro y de las velas,
que crecen a la vera del camino,
en el ritual del luto indefinido,
entre temblantes tornasoles.
Las hornacinas hechas de barro cocido,
como altares fantásticos en medio de la noche,
sobrecogen el alma del que pasa,
con su presagio de suburbanas tragedias.
-Junto a mí, como siempre, sus ojos profundos
me dicen: -No manejes de noche por aquí.
Sin saber hasta dónde duele ese temor enamorado.
Siempre quise saber por qué hablaba de los escaparates
que pinta el diablo en ciertas ocasiones,
para que nadie advierta el final de la historia.
Ahora, este frío que se cuela por mi espalda.
Lloramos. Casi anónimos, bajo la lluvia;
al borde de la carretera.
Como un espejo trascendente, un charco,
me devuelve la imagen de aquel niño, un barrio,
y un padre que no está.
Por fin, dejamos flores dentro de un frasco con agua turbia;
y, en un mojón de pétalos,
una descolorida fotografía plastificada.
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