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El humo inunda los altos cerros, descendiendo desde las alturas, con rumbo al horizonte. El infierno vivo, desatado a metros del oceano agitado, que busca en la suciedad de sus aguas, saciar la sed abrasadora de la candente llama viva.
Desde las cumbres mas altas, nubes de irrespirables gases se entremezclan con el paisaje colorido de los pocos arboles y las viviendas aun sobrevivientes al avance del voraz brazo del averno desatado en esta porcion de tierra.

El pequeño jadeaba, su respiracion entrecortada debido a la larga carrera emprendida unos metros más abajo comprimia y expandia su pecho, intentando obtener bocanadas de aire de manera infructuosa debido al humo intoxicante. Se detuvo en una esquina, ganando algo mas de fuerzas para continuar el descenso de la eterna escalera, rodeada de casas empaladas en las laderas del cerro otrora virgen. La conmocion lo inundaba, apresurando su paso con ansias de llegar cuanto antes a su humilde hogar.

Desde la cocina, el aroma a estofado, cebolla frita y arroz impregnaba los muros y escapaba por las abiertas ventanas, y los marcos carentes de vidrios, motivo de pelotas desviadas de la "pichanga" del patio, o bien auqel ventanal roto el pasado invierno por el azote del viento. La madre, con una gorra de baño en la cabellera teñida de un rubio palido, esperaba mientras preparaba la ensalada, que seria puesta en la mesa esa tarde de domingo. Con un vestido viejo, tornasolado que llegaba hasta los tobillos, y unas zandalias gastadas en la zuela, la mujer preparaba los alimentos con la pasion de chef de restaurant fino, aun cuando su hogar solo media unos cuantos metros cuadrados y los muebles eran de segunda mano.

El niño entro corriendo, aun agitado. Su rostro tiznado por las cenizas que caian a lo largo y ancho del cerro le daban la impresion de un mulato de tiempos coloniales. Su madre, intentando limpiar la carita infantil paso su vestido por las mejillas y nariz, dejando entrever una piel lisa y suave. No aguantando la emocion, sus manos se movian de manera nerviosa, y la noticia que venia a comunicarle a la madre daba la impresion de ser un asunto de vida o muerte.

La madre cariñosa, lo abrazo y se sento un segundo en la mesa con el, mientras servia un vaso de jugo para refrescar a la criatura. Los ojos del niño, grandes de la impresion, delataban una infancia llena de sacrificios y carencias, que su posterior juventud denotaria aun mas. Mientras bebia raudo el liquido rehidratador, la madre pensaba en él, en su hermano menor, y en el padre, trabajador del transporte publico, que funcionaba en base al polvo blanco de angel, la cocaina, gastando un tercio de su sueldo en bolsas de la anacarada sustancia. Se entristecio la mujer, descorazonada ante el futuro que podría esperarles a sus retoños en este mundo de inequidades, donde la educacion a la que podia optar (escuela basica municipalizada, liceo fiscal comercial o tecnico, para que puedan trabajar y mantenerse cuanto antes). El amargo trago de la realidad la estremecio.

El niño, habiendo terminado el jugo, y dejado el vaso sobre la mesa del comedor, comenzo a narrar de forma muy alterada lo que lo tenia en tal estado de agitacion.
-Madre, madre. Quiero combatir el fuego. quiero pelear contra el fuego y ganarle. Se que puedo hacerlo.- no habiendo terminado de hablar, la mujer lo detuvo con un beso en la mejilla, y replico.
-Hijo mio, como puedes querer pelear contra el fuego. Mira como estas, todo negro, lleno de cenizas, tosiendo como loco y eso que no has estado ni cerca del incendio.
Esta aceveracion hirio el orgullo y la alegria del infante, cual fuera una puñalada o una caricia negada de aquel ser superior, de la madre sagrada ante todo. Pero luego, como recordando una vision, la carita se volvio a iluminar y nuevamente hablo:
-Se que puedo ganarle. Como esos hombres que estan pegandole al fuego. Se que puedo salvar tu casa, y la de la señora Marta, y el negocio de don Luis en la esquina. Tengo que ser luchador, un luchador de fuego.
-Y de donde sacaste tantas ideas?, ¿por qué quieres pelear contra el fuego, que lo quema todo, que se lleva todo?. Por qué no peleas mejor contra otras cosas, contra algun pais, te haces militar o marino. O estudias y te haces electricista, o luchas para la salud como un enfermero.
-No mama, eso es muy facil. Si quiero estar en guerra, puedo estarlo, prepararme, entrenarme. Sabre a quien atacar para bombardearlo, y terminare ganando siempre. Solo me meteria con paises mas chicos que yo, y asi ganaria siempre. Es muy facil.
No quiero contra las enfermedades, porque cuando encontremos la cura a todas, ya no tendre trabajo. ahora nos enfermamos, pero mas adelante no nos enfermaremos, seremos mas inteligentes, mas sanos. Y no quiero estudiar para cosas que no son interesantes. Quiero pelear contra el fuego, porque el fuego es un enemigo vivo, si lo atacas por un lado, se agranda y se vuelve fuerte por el otro, con la ayuda del viento. Si somos diez los que peleamos, el fuego tiene once, doce o mas lugares contra los que hay que pelear. y porque asi, salvaria a la gente, y seria un heroe.
-Ah si?, y como fue que pensaste en eso?
-cuando vi que sacaban a uno de los que peleaban contra el fuego en brazos, levantado por sus compañeros, tapado entero, para que no lo viera nadie. Lo sacaron de entre las llamas, y todos se sacaban el sombrero ante él. Era un héroe.

La madre se estremecio ante la vision que el niño, tan inocentemente le habia confesado. Recorrio sus entrañas una sensacion de angustia, al pensar en su bebe abrazado por el calor y el humo, asfixiandose, luchando por vivir, por respirar. La inocencia de su pequeño aun no comprendia lo ocurrido, y ella no sabia como explicarselo. La angustia se traspaso a un abrazo de amor materno, una suplica a Dios por que su hijo nunca sufriera tal experiencia, tal tragico fin.
Limpiando la cara del niño, lo llamo a lavar sus manos, que el almuerzo estaria servido en cualquier momento.

Apenas se hubo sentado a la mesa, un estrépito corto el aire, y la casa fue arremetida por un arbol en llamas, cuyo tronco habiase visto superado ante el alcance del fuego.

Cuando los bomberos lograron controlar el infierno desatado en esa escalera, el que se llevo más de tres casas vecinas, nada habia por hacer. Ambos cuerpos estaban quemados, carbonizados. No pudieron separar completamente los dos cadaveres, pues la madre cobijo al niño, protegiendolo como pudiese del avance del rojo espiritu...

Texto agregado el 16-10-2008, y leído por 76 visitantes. (1 voto)


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