A veces es rabia, impotencia, es un grito que se queda encerrado en mis pulmones, que aprieta mi pecho, un sabor a sal en la boca, un olor a azufre, un gusto amargo en los labios. Un castigo por pecados desconocidos, una irreverencia, una incoherencia a la que todos dan sentido. Es saber que algo está mal y no poder hacer nada, crecer con eso, omitir eso, para no aprehenderlo. Conociendo que poco he vivido, pero luchando cada día por tomar decisiones sabias, feliz por lo que he encontrado, por mi amor a la vida, pero triste, porque estoy encerrada en una mala crianza, en una oligarquía con derechos consuetudinarios mal repartidos , parada derecha en un bosque de árboles chuecos… eso siento… y a veces un poco sola. No es que me sienta dueña de la razón, pero sí que mis ideas son reprimidas, que la democracia está por el lado de afuera de mi puerta, que lo hermoso y lo feliz están siempre a la mano, pero que no me dejan asomar la mía para tocarla. Confieso que sí lo he hecho, a escondidas. Pero la vida es un don maravilloso, tan corto, tan valioso… hay que lidiar con nimiedades… y con problemas como estos, de ideología, de pensamiento, de opiniones. Hay que tragarse muchas veces la palabra, la expresión, la defensa propia… y eso es lo más difícil; dejar de defenderse frente a los otros, para aprender a ser más fuertes por dentro. Crecer con frustraciones es un entrenamiento, saber que la vida es bella a pesar de todo, disfrutar de los momentos, desechar los malos sentimientos, abrazar la vida con ambos brazos y apegarla al cuerpo, al rostro, mirarla a los ojos y darle un beso. Porque nos hace crecer, aunque sienta pena, me ha hecho crecer, porque tengo esperanza, porque disfruto del día, porque prescindo de recuerdos amargos, y desecho discusiones absurdas.
Aún me falta aprender a ser fuerte, no escuchar los cuchillos salpicados de veneno que personas tan cercanas y tan diferentes a mí afilan tras mi espalda, no responder a los ataques sinsentido que se gritan en mi cara… no esperar que alguien me defienda, porque hacerme sentir mejor es mi trabajo.
No es fácil mantenerse en la tierra cuando el cielo es tan atractivo, tampoco es fácil reconocer al amor cuando éste nos saluda… no es fácil mirar a la sociedad y no saber qué hacer… no es simple mirar un rostro, no es superfluo cantar al viento, o mirar un paisaje.
Este mundo es bello, y a pesar de la rabia, de la pena, de las decepciones y las ilusiones mal construidas, vale la pena vivirla en todo su esplendor, conocer el amor, la amistad, mirar a la gente a los ojos, hablar con la verdad, porque la verdad es el mejor regalo que podemos dar… sin verdad no hay vida, y sin vida no hay nada.
Amo la vida y quiero que todos seamos felices aquí… aquellos amargados de seco corazón que ridículamente gritan, que torpemente argumentan y fatuamente emponzoñan… no los quiero cerca de mí… lo siento, por lo menos hasta que los logre soportar.
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