Tengo estas ganas absurdas de asomarme a su ventana y mandarle besos...
...y ahora, a miles de kilómetros de tu vereda inmune, al lado de aquella vertiente montañosa que me gusta mirar a veces, cuando llega el atardecer, mientras revisas tus cultivos y me hablas de vivir... ahora... en esta enorme ciudad, no me quedan mas que estas ganas de hallarme a tu lado, de pelearte... de decirte que la vida a veces es buena... y a veces, provoca no vivirla...

Ahora, que la lluvia cae, gota, tras gota, golpear la dureza del tejado donde me encuentro, un tejado que no te ha visto jamás... y estoy, aquí, reclamando tu presencia... como algo oculto... como un deseo invariable y agotador...