Dejé a Nathan un tiempo en los Alpes Suizos mientras esperaba mi paga. Decidí llevarlo a una antigua taberna donde solian emborracharse los comerciantes y oficiales muertos de la zona. Era facil distinguir a los viajantes de los muertos, si bien las maquinas son replicas casi exactas de los humanos recreados, hay ciertos patrones de conducta ademas de cierta fisonomia común para ellas. Solo se puede sentir la diferencia al comparar revisando las sociedades en las que nos tocó vivir, en todas hubo muertos, tambien llamados zombies y demas desechos masificados.
Aca en los Alpes, por supuesto, los muertos tambien son puntuales.
Nada mejor que una taberna para descansar despues de un dia agitado y no levantar sospechas
por alguna respuesta equivocada o impropia para la época. Entre copas las sombras desaparecen, cualquier operario lo tenia claro, asi que eran lugares muy concurridos.
Ahi conoci a mi actual esposa Nerea , 0010001110 serie B, me di cuenta rapidamente que era como Nathan porque mantuvimos una conversación durante horas sin preguntarnos los nombres, nuestras edades ni ocupaciones.
A ella le habian otorgado más aspectos de su diseño, lo que evidenciaba cierta superioridad que aun hoy es razón de discusiones cíclicas. En ese momento solo distinguí tres de las ocho que poseia. Su cabello grisaceo, los anteojos ejecutivos que alimentaban mi fetichismo y el corazón rojo con espinas que llevaba como cartera.
Al cerrar la taberna nos fuimos al cementerio mitad en carroza mitad a pie, un lugar ideal para primeras citas. Ahi jugamos a enterrar nuestras soledades.