El demonio se alejó galopando y el mancebo pudo ver, gracias a la huida de las oscuras nubes que desnudaron a la redonda Luna, una sonrisa del liberto asno. El cemeterio estaba expedito y el tiempo nocturno bombardeaba toda posibilidad de domesticarlo
Desde ese día de 1936 nunca más le temió a nada. Bueno... hasta que se casó.