Cae la noche, se poza sobre nuestras miradas, y las palabras que callamos toman aún mas sentido, no murmuramos, ni un solo hálito, ningún respiro, y ciertamente no es necesario, te muerdo las manos con mis dedos, solo quiero amarte en esta penumbra eterna, en el crepúsculo del amor, te silbo al oído calidamente, tiernamente y cierras los ojos, desaparecen los pensamientos y la noche ya no es tan oscura con la luz de la Luna bañando tu cuerpo, la escarcha de mi pecho sucumbe ante la brisa de tu aliento en mi boca, y te deseo tanto como el Sol desea a Luna, juntos somos un eclipse infinito. Siento miedo en mi alma se oculta, de que te marches con las estrellas y me quede otra vez solo en mis recuerdos, más abro los ojos y aún estás aquí, junto a mí, durmiendo cuan la flor mas bella del paraíso, y me abrazo a tu piel tan dulce, tan ingenua casi cometiendo un pecado del cual no se si quiera ser redimido, eres un ángel disfrazado de mujer, la más bella que alguna vez se vio en este infierno de irrealidades. Duerme bien, al llegar el día mi sombra se habrá desvanecido entre tus ojos profundos, entre tu piel de seda, entre un te quiero invisible.