Siento sed en mi cuerpo, un poco más adentro quizá, en mi alma, sí, allí y, no tengo agua solo arena de memorias que forman el presente, un amargo Carpe Diem que me niego a disfrutar, aire caliente que mi pecho quema, sin pena, sin remordimiento alguno, ni una sola pizca de culpa, ni lágrimas que remezan mi cuerpo de tan cruel letargo en el tiempo, me consume lento, lento y distante como atardecer lejano, en alguna playa de tantas que visité; las cenizas me revisten y refuerzan, me vuelven tosco de piedra, de hielo, me protege contra aquello que duele y lastima para no sanar, para dejar la cicatriz del miedo, tan humano como nosotros, un miedo que se teme así mismo, a sus actos, peor que el fuego, socava por dentro y consume algo mas que la carne.
Parece de noche aunque es de día, cierro los ojos para viajar a ningún lugar, cierro los ojos para despedirme de un mundo que no logro entender, un mundo que no me quiere entender, no puedo si no soñar despierto, una estrella, dos, tres...ninguna es realmente brillante, de cierta forma son aviadas, execrables ¿para que soñar si se que despertaré, para que vivir sabiendo que moriré, para que reír sabiendo que volveré a llorar, para que preguntarme esto sabiendo que no tiene sentido? Y aun así lo hago, mi alma lo pide quiere decirme algo, no la comprendo, me habla a través de la poesía, está triste eso lo puedo intuir se le nota, se esfuerza, creo que lo dirá...me he quedado dormido y ya no está.
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