EL ELOGIO DE LA SIESTA
Hay ratos que estoy cachondo…
¡Quiero decir tonterías
Y de mí mismo me mondo!...
Y como son cosas mías,
¡Con nadie de ellas respondo!.
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Hoy me apetece aplaudir
Ese inocente placer
Del sesteo, del dormir
Un rato sin la mujer
Y sin nadie a quien sentir.
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¡No existe cosa mejor,
Acabado de comer!....
Apago el televisor….
(¡Nada importante que ver…
El programa es un horror!)
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¡Ya resistirme no quiero…
Me está rondando el sopor…!
En mi sillón orejero…
¡Ven a mí, porque te espero,
Oh sueño reparador!
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¡Hay que ver qué bien me sienta
Cuando empiezo a digerir
Comida tan suculenta!...
El ojo no puedo abrir,
Y me dice la parienta:
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“¡Que cara tan sonriente
Se te queda, hermoso mío!....
¿En qué sueñas, tan ausente?...
¿Tal vez en un amorío,
Algún lío inconveniente,
Junto a los setos del río?”
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Reclino mi noble testa,
Con ronquidos de placer….
¡Dulce hora de la siesta,
Que no me puedo perder,
O el menú se me indigesta!.
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Navego serenamente
En los brazos de Morféo….
Y me lleva la corriente…
¡Mejor suerte no deseo,
Lo paso divinamente!....
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¡Que gran invento, carajo,
El de la siesta, sin duda!
¡Que no me hablen del trabajo,
Que es agobiante… y se suda!...
¡Venga el dormir a destajo!...
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¿Cuando, al fin, podré soñar
En un inmenso placer,
Sin tener que despertar,
Sin tener que padecer,
Y sin tener que currar?...
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EMILIO – Octubre 2008
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