I
Por qué mundo te resbalaste, aplaudiste con los ojos y no es menos cierto que tus manos son resbaladizas; llegan a los Andes, llegan a la desembocadura, desnudas y abiertas vienen tus manos resbalándose de los átomos tensos a la suspensión del aire, ni tú ni tú boca salen de los ecos que son estas palabras, yo me abismo en un vuelo, se me deshizo la mano en tu imagen. Yo construí una imagen que eran tus ojos tus llantos tus párpados, ah que no sabes, yo lo adivino, no sabes lo que te cuento, no sabes de las hojas con relieves con afluentes como concavidades externas inmersas en otras sensibilidades sumada a dos manos zigzagueando, tu sonrisa.
Entraste por la rendija de la puerta, taladrando las mesas; y la sala no demoro ni tres minutos en desaparecer y convertirse en un parque, una plaza pública con un hombre pidiendo monedas. De nuevo este sabor se resbala por entre las palabras que taladran mis orificios nasales con una frecuencia altísima que rebota en las paredes de esta sala tan ajena a mí.
II
¿Recuerdas el poema? como podría no recordarlo. Ahora sabes que tendrás una voz propia para justificar la vida, si aún lo recuerdas creerás que mi voz era bella y que nunca fue ignorada, te equivocas. Escribí ese poema, mientras crujían las hojas, en el preciso instante en que un niño al otro lado del mundo colgaba estrellas o algo así como colgar estrellas, por que dar un beso por vez primera es como colgar estrellas, una vía por la cual caminar, como un labio o una lengua, pero sin ser tocada.
III
A él le era imposible pensar en ella y masturbarse, tan hermosa, tan sutiles sus gestos que desde el momento en que la veía guardaba para sí su sonrisa y su sonrisa permanecía, titilando con el viento; pero eso no significaba que no le provocara deseo a destajo.
A ella le provocaba que él le hablara con voz baja, le leyera poesía y le encantaba la idea de haberlo sorprendido dando vueltas en los alrededores de su casa. A ambos les molestaba que los trataran de pernos por leer poesía en el patio, y guardar libros en el bolsillo de su delantal.
IV
No he podido aún, masturbarme pensando en él. La vibración me rozó desde los pies a la cabeza, una exaltación misteriosa descendía de mi cuello hasta mis pechos.
Puedo pensar en distintos hombres quitándome la ropa, besándome la espalda desnuda y sentir sus manos frotando mis hombros y el abismo del universo inverso me lleva a elevarme, a humedecer las sábanas, a empapar la punta de mis dedos, a sentir el cuerpo tibio; ido en un estremecimiento desorbitante de mis manos humedecidas, palpando lo más profundo.
Pero pensar en ti y masturbarme es un quiebre, ojalá nunca llegue hacerlo, nadie me altera el cuerpo tanto como tú, porque mirarte es sonrojarme, sentir los calzones pegados al cuerpo, con una sustancia viscosa, tibia, las manos coléricas, inflamadas. Un susurro tibio con el cual llegar lejos, donde sólo esté contigo, en una pieza en mi cama, la ropa tirada al suelo, besando tu cuello, ligados a la unidad del respiro.
V
Pasan los años y la entrepierna se me hace cada vez más larga, los pechos se me hinchan a diario en cualquier momento del día, que si veo un muchachito con un cuello lindo, respiro agitadito casi inmediatamente y me dan ganas de que alguien me cierre los ojos de sorpresa por la espalda y me bese el labio inferior y el superior que me lo acaricie con su lengua, que a tientas busque un lugar donde sentarse y me siente encima de sus piernas para mimetizar sus manos en mi espalda, buscándome con los labios el cuello que se derrite de cascada a mis pechos y mis piernas te van apretando de a poco y las tuyas se van tensando, quiero hacerte el amor, que quiero que me desnudes que quiero que me penetres abriéndome las caderas para que puedas sentir esa tela más finita, tan delgada y sensible que arrancas con esa eyaculación que pudieras recogerla en mí, que por dentro soy tuya.
VI
Me asusta la idea de estar y no estar, mi yo físico seguía retorcido como línea oblicua sobre tu cama y tu cama era otra línea continua, hilo transmisor a mis pulmones convulsionados, completamente concentrados en la fricción de tus movimientos concéntricos.
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