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La primera vez que le vi, estaba completo, es decir, tenía todo su cuerpo entero. Pasaron los años y lentamente le vi perder pedazo a pedazo su cuerpo, hasta quedar echado en una cama, como un globo sin aire… Me le acerqué y pensé que deseaba morir, pero no… no deseaba morir. ¿Qué deseas?, le pregunté. Vivir un poco mas, respondió. Le vi nuevamente y cerré los ojos un momento, recordándole tantos años atrás, cuando éramos muchachos y jugábamos con nuestros sueños y anhelos. Abrí los ojos y aunque no era mas que los restos del cuerpo de un amigo, le sentía siempre y como siempre. Está bien, le dije y con una sábana blanca, le cubrí lo que quedaba de su cuerpo que no era mucho… Vi sus cuencos vacíos de sus ojos, sus muñones en sus cuatro extremidades y no le entendí. En mi caso, preferiría estar muerto. Parece que escuchó mis pensamientos porque sonrió y pude verle los pocos dientes amarillentos que aún quedaban... y dijo:

No temas más… Toda mi vida ha sido llenada de mentiras y temores. La única verdad es que soy más que eso que resta de lo que puedes ver. Soy otra cosa. Soy lo que soy. Un ser que ama la vida como si en cada aliento, el mismo creador besara mis labios… Somos afortunados y eso debes entender…

Le vi agotarse y empezar a contornear los restos de su cuerpo. Comenzó a gemir como una vaca herida. Los restos de su cuerpo empezaron a temblar hasta que de pronto, un silencio llegó a todo el cuarto en que nos hallábamos. Me gustó aquello y pude ver cómo un fulgor se acercaba al cuarto hasta estar frente a mis ojos. Era extraño pues a pesar de que era algo sobrenatural, lo sentí familiar… ¿Eres la muerte?, pregunté. La luminosidad se poso como una paloma delante del cuerpo de mi amigo y como su fuera una jarra llena de luz, le echó un poco de ello hacia el pecho de él. Fue hermoso cuanto vi, pues todo el cuarto empezó a volverse bello… A pesar de que estaba en uno de los miles de centro médicos rurales, en extrema pobreza. Todo fue bello hasta que le pedí a esa luminosidad que me llevara. Vi cómo algo de mi amigo se iba, como un puntillo. Salió de su pecho y se metió en aquella luminosidad. Llévame, le dije, pero tan solo escuché el grito del silencio… Cerré los ojos, como si alguien me hubiese mandado hacerlo. Y cuando los abrí, estaba al lado de mi amigo, atado a su mano, que en ese instante, estaba fría como el mármol. Me levanté y salí de aquel lugar. Mi amigo no estaba mas y yo, yo, sentí que mi amigo estaba en todas partes, y, dentro de mí…



San isidro, octubre de 2008

Texto agregado el 12-10-2008, y leído por 1135 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
12-10-2008 que hermoso texto un abrazo grande sapoeta
12-10-2008 uff.. muy buen relato, cada palabra hace estremecer a mi ser, con un bello final,,y la moraleja es inmensa... saludos..5*.. _schatten_
12-10-2008 Muy bueno!!!!!!! El protagonista se aferró a la vida hasta último momento y no se fue, su alma sigue estando en todas partes. marimar
 
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