La lágrima nació en el alma,
fue engendrada por la pena,
se parecía a su madre
también a su progenitora,
pena y alma amarteladas,
y esa gota salobre y clara
que pronto, abandonó su cuna
y se fue, mejilla abajo.
Alma dura, alma infértil,
sólo la pena devuelve
su naturaleza de madre,
en un manantial salado
se funden lágrimas de perla.
Pena, por si sola, huérfana
desarraigada y sin tino,
sólo en el alma se refleja
habitación espejada,
se aman con desconsuelo,
en ese crisol de suspiros.
Lágrima pura que asoma,
en el portal de las almas,
a veces, la engendra la pena
a veces, la felicidad plena,
el alma se debate, irresoluta
poseída por esas dos amantes…
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