Era un día viernes, como a las 1000 de la mañana. Salí de la Estación del Metro de Capitolio y me dirigí a tomar la camioneta que me llevaría a La Pastora.
Mientras espero, observo un señor, con un bastón, que se dirige hacia mí, y le pregunta a un buhonero, - Amigo Ud. ve alguna camioneta para Puerta Caracas? El buhonero le contesta que no. Lo detallo y me parece un poco diferente a los ciegos que acostumbran tomar la camioneta en ese lugar.
Yo le digo - yo le aviso- ,
Pasan algunas camionetas, el vuelve a preguntar y dice que va para La Asociación de Ciegos. y le contesto - No se preocupe que yo espero la misma camioneta y casualmente me voy a bajar en la misma parada-. El señor se ríe.
Al final viene la camioneta, lo tomo del brazo y cuando nos vamos a montar, él me hace señas para que yo pasara, pero yo le digo - Ud. primero- . La camioneta tenía una escalera caracol, y el señor tropieza y casi se cae. Me siento muy culpable y torpe por no haberle avisado. Yo en verdad no me había fijado.
Lo tomo del brazo en la camioneta, y dos señores nos dan los primeros puestos. Nos sentamos juntos. Lo miro, es un señor de pelo canoso, debe tener algo así como cuarenta años, viste una franela chemise azul claro, limpia y planchada, y pantalones azul oscuro, igualmente bien planchados. Los zapatos, de cuero se ven pulidos. El bastón se ve bastante nuevo y moderno, de los que se doblan, de aluminio.
El señor empieza a conversar conmigo y conversa - a veces hay gente amable que le avisa a uno, y a veces hay que gente, que cuando uno se cae se ríen de uno - Yo le contesto -es verdad hay gente buena y otra no tan buena-
Seguimos conversando del tráfico, de la gente, y (yo, dentro de mí, me pregunto si habrá nacido ciego ) de pronto, como si me hubiera leído el pensamiento, el señor me dice- A veces basta un instante para cambiarle la vida a uno. A mi me sucedió así. ….. yo soy ciego desde hace 10 años. Yo vivo en La Vega y trabajaba como jisero……..
Un día venia manejando mi jeep, y un muchacho, al que yo conocía, me hizo señas para que parara. Yo no me paré. El se agarró de la ventana y me gritaba – Hugo, párate que esto es un atraco-
- Yo no iba a poner en peligro la vida de mis pasajeros y no me paré. El muchacho siguió agarrado de la ventana y me repetía - Hugo, parate que esto es un atraco- .
- Yo no me paré y el me pegó un tiro. Me entró por una sien, señalando la sien derecha, y me salió por la otra sien, señalando la sien izquierda. El tiro atravesó los nervios detrás de los ojos. El Jeep se fue contra una pared y yo no supe más de mi……
Estuve en el Hospital tres meses sin saber de mí. Tenía una esposa y dos hijas. Mi esposa se quedó con el jeep y la casa. Me dijo que yo ya no le convenía y no se podía quedar conmigo…. Después de un tiempo supe que al muchacho lo habían matado.
……..Ahora vivo con mi mamá y mis hermanos. Ellos me han ayudado mucho. Yo tengo un cupo que vale treinta millones y lo tengo alquilado, y la Asociación de jiseros, me ayuda……Yo les ayudo en la organización y la administración”.
Observo su cara, está bien afeitado, y su pelo gris tiene un buen corte.
- Mi esposa quiso volver a los tres años, pero yo no quise, ella es peluquera, queria que vendiera el cupo y comprar una peluquería en Barquisimeto- .
Yo no me pude resistir y le dije - Menos mal que le dijo que no, si no le hubiera terminado de quitar lo que tiene -
Llegamos a nuestra parada, ahora me bajo yo primero, para guiarlo. De la camioneta se baja otra joven invidente, se reconocen y se saludan alegremente.
Los acompaño pocos pasos, les doy indicaciones para que crucen la calle (es una calle estrecha).
Hugo y la joven entran al zaguán oscuro de la Asociación de Ciegos.
Caracas, Venezuela
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