fui a pagar la deuda de un libro. pagué y antes de irme noté al viejo librero muy triste. le pregunté qué tenía, que le pasaba... trató de sonreír y lo hizo pero era de esas sonrisas enmascaradas de un payaso triste. hablamos un rato y cuando llegó el silencio, le dije:
siempre he notado en las personas algo así como un pesimismo escondido.
mi amigo puso mas atención, entornado su mirada hacia mí, como mi perro esperando su vuelta a la calle... le conté que mi vida era especial. le dije que hacía mas de treinta años que era un estudiante de la verdad, que de muchacho sentía que había algo mas que todo cuanto sucedía, como si alguien estuviera viéndome bajo la butaca de un inmenso teatro.
siempre sentí eso, pero, miraba el techo de mi cuarto, leía un libro, adormeciendo mis sentimientos... una tarde, lloré y me dije que si existía algo mas en la vida, una verdad o algo parecido que debía manifestárseme, y sucedió. conocí a una persona especial que se volvió mi maestro de la verdad. al inicio fue como una serie de fanatismo, emociones, llantos, etc. luego, con el tiempo se volvió en algo diferente. vi a mi maestro como algo especial, o, como un espejo... pasaron cerca de treinta años o mas y ahora que estoy sentado frente a ti, puedo decir que hay algo mas, y eso está dentro de mí. cada noche que llega, o cada amanecer que sale, es una oportunidad para sentir, buscar esa verdad que vive dentro de mí. estoy todos estos años y puedo afirmar que sí hay algo mas, pero es intangible, tan solo es para uno mismo. aún no le veo cómo es, pero siento una presencia cada vez en que me siento a practicar. primero es como una especie de miel que satisface mi ser interior provocándome una alegría muy natural. luego viene lo especial, algo que está mas allá de las palabras, pero que pocas veces lo he apreciado, y si no he experimentado ello es por temor a dejar, o, perder mi identidad... es extraño, pero hay algo que apaga toda mi mente y está dentro de mí. eso es lo que he aprendido... uno puede ser dichoso, conocer la verdad en esta vida y no después de muerto...
mi amigo se quedó mirándome largo tiempo para luego bajar su cabeza, levantarse y seguir sumergido en sus libros...
aún no sé lo que quiero, pero, gracias, me dijo.
de nada, respondí, para luego salir de aquella montaña de libros en busca de eso que acababa de contar y que fue totalmente una lección para mí, y nada más que para esta existencia...
san isidro, octubre de 2008
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