Conocí a Salvador Pérez en un mitin en una pequeña ciudad de Guanajuato, se apodero de la atención de la gente rápidamente, era magnético y carismático, con palabras accesibles hacia el populacho, los engancho y en algunos minutos los tenia comiendo de su mano, les hablo de la teoría de Tomas Moro, de un aparato burocrático gratuito sin sesgos para la corrupción y el anquilosamiento del poder, les hablo de la nueva patria y de un despertar maravilloso de México como la potencia mundial a futuro corto, aquella gente estaba extasiada con aquel orador elocuente y por demás extraordinario lo que fueron decenas rápidamente se convirtieron en cientos en horas en miles y muy pronto lo vitorearon, era paradójico como la gente decepcionada por tanto charlatán de la política estaba sedienta de creer en alguien, tenían ganas de creer en un “Mesías” y ahí estaba frente a ellos aquel tipo atractivo, inteligente, ofreciéndoles un panorama rosa para el futuro de aquel país tan dañado y vejado por los últimos rufianes de la política. Lo único que debían hacer a cambio era limpiar la casa, es decir deshacerse de toda aquella chatarra de políticos malintencionados y enquistados en un sistema oxidado y caduco, el precio era a sangre y fuego.
Cuando se bajo, me observó lo primero que hizo al verme (según me dijo después) fue juzgarme como un rompehuelgas o un huelemoles, enviado por el gobierno establecido para llevar el chisme a los funcionarios públicos en el poder, entonces me enfrento y me reto diciéndome:
- No daremos ni un paso atrás aunque vengan a intimidarnos –grito para que lo escucharan los concurrentes.
De momento no lo entendí pero me fui siguiéndolo y este presintiendo un arresto, puso sus manos al frente y dijo -Adelante seré el primer mártir de la nueva Republica-
Entonces entendí lo que pensaba de mi persona y fue cuando me apresure a aclararlo, entonces le exprese mi admiración y mi incondicional voluntad para seguirlo y ser su discípulo, rió de buena gana, y me dijo: –Y yo que pensaba que eras un reventador enviado por el gobierno-
Ese día estuvimos charlando hasta pasadas las cuatro de la madrugada, frente a varia botellas de tequila, nuestra embriaguez fue no solo de alcohol, sino de ideas.
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