Nunca me han gustado las peleas, mucho menos las de viejas, y peor tantito si se trata de peleas por un tipo que -pa acabarla de amolar- ni fu ni fa.

Too much.

Lo que de plano me asusta es cuando unas de esas viejas peleoneras se me acercan para echarme bronca y yo nomás ni las conozco, ¡cuando ni por uno solo estoy dispuesta para ser golpeada!

Con todo y mi mal gusto, ninguno de los tipos que me llame la atención le entraría a esos juegos, y si le gusta, nomás por eso yo-ya-no...


Lo que me saca de onda, lo que no entiendo y no comprendo es cuando una de esas tipas bravas llega a echarme bronca que porque estoy "molestando" a SU no-sé-qué, cuando resulta que me están hablando de un triste amigo!

Me relleva la...

Lo bueno es que el pleito nomás fue virtual y con un dedo hice clic y le contesté "no gracias".
Pero esas broncas tan valientes que me echan han puesto mi cabeza a pensar, porque nomás de recordar la otra vez que me empezaron a mandar mensajes a mi celular que para que ya dejara en paz, otra vez, a SU peor-es-nada, uno nomás se queda tarado unos segundos, en transe frente a la pendejez humana: porque ni a estupidez llega, me cae.