Es medio día, el calor es sofocante, cualquiera presente podría decir que es como una inmersión en una masa espesa de ruidos, imágenes, olores, deseos y preocupaciones, masa que los humanos se han atrevido a llamar ciudad. Un ciudadano que probablemente usted jamás habrá visto camina por esa importante calle, esa que seguramente él como muchas otras personas ya habrán recorrido. Tiene la mirada perdida en un total desenfoque de la periferia, la gente a su alrededor si apenas lo nota. Parece estar absorto en alguna idea, pero en realidad saber si te trata de simples ansias de comer o uno de los innumerables dilemas de la vida, es algo que nadie puede conocer. Este ciudadano tiene claro a donde se dirige y eso mismo creen saber los que están a su alrededor, pero en la incertidumbre que exhibe el mundo nada se sabe. Viste un pantalón azul oscuro, unos mocasines marrones y una chaqueta de cuero color ocre. Esta última posee dos bolsillos laterales, unos de los cuales mas precisamente el derecho, se alcanza a asomar un papel. Tras unos segundos la cara del ciudadano se tornó en una de preocupación y aceleró ligeramente, eso bastó para que el papel del bolsillo se deslizase, diera una voltereta y aterrizara con la parte escrita boca abajo. Era un papel rectangular, no muy grande. El ciudadano sin darse cuenta no dudo en continuar su marcha. Los otros tantos ciudadanos en su martirio personal tampoco se vieron atraídos por el papel, si quiera por un segundo. El papel quedo incrustado en el pavimento. Seguramente usted fue uno de los que paso por encima sin notar que allí reposaba no le dio importancia, no pensó lo que podría esconderse en ese papel. Llego la noche, la calle ahora se encontraba vacía y el papel seguía allí inmutable en el mismo lugar donde aterrizo desde la chaqueta de aquel ciudadano. Cuando parecía que ese papel nunca abandonaría ese lugar un mendigo que atravesaba la calle, notó su presencia, se acerco a él con un esfuerzo excepcional se agacho y lo recogió. Para su desdicha, nunca había aprendido a leer, su familia era pobre y desde temprana edad deambulaba ya por las calles en busca de la caridad de las personas. Era creyente, y siempre había pensado que una oportunidad aguardaba para él, “algún día, algún día…..algún día será”-siempre se decía a sus adentros. El papel lucia como cualquiera, al mirar al reverso se vislumbro lo que para él eran un cumulo de formas variadas sin sentido. El ciudadano llegó a su casa y como si fuera un reflejo natural, metió la mano al bolsillo derecho de su chaqueta, como buscando sentir algo. La preocupación se torno en horror, “Mierda, el cheque!!,”. El mendigo observo por unos segundos más el papel sin entender su contenido, con una ira repentina lo rasgó completamente convirtiéndolo en pedacitos y lo arrojó por los aires. Se alejó mientras gritaba “algún día, algún día…. algún día será”. Mientras tanto el ciudadano todavía atemorizado entra a su casa. Su esposa inmediatamente lo aborda:”Hola amor como te fue, tienes la plata?”, “No, es que..”- alcanzó a responder el ciudadano, antes de que su esposa con cara de furia interrumpiera con un “Queeee, Queeeeeee!, se la gastó cierto?, desgraciadoooo”. El ciudadano intento terminar de responder pero la esposa furibunda lo obligo a salir de la casa, “hoy duerme afuera!”-dijo mientras le cerraba la puerta en las narices. En su mente el ciudadano termino la frase inconclusa “No, es que se me olvido ir hoy al banco, pero voy mañana”. Se decía que algún día podría enfrentar a su esposa, llevaba 30 años de casado y nunca había podido pero siempre pensaba en su mente “algún día, algún…….algún día será”
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