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Inicio / Cuenteros Locales / monn / Poto y Telma la forastera

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Érase una vez, en un bosque a orillas del Mediterráneo, vivía un topo llamado “Poto”.
De fuerte carácter, le gustaba la soledad y no permitía a ningún otro animal que se acercase a su madriguera; se sentía dueño y señor de su pequeño mundo, el cual defendía ferozmente.
Los otros animales como el conejo, la ardilla o el ciervo, tenían frecuentemente enfrentamientos
con Poto, pues sus tierras eran ricas en pastos; tenía los mejores y mas grandes árboles, ricos en
frutos, y todo ello… regado por un arroyo.

Poto se paseaba todo el día buscando lombrices y pequeños insectos para alimentarse, los cuales
abundaban, pues tierra más fértil no había en el bosque. Después patrullaba por su territorio marcándolo, y siempre vigilante, a que un forastero no se instalase en sus tierras.

Una mañana, un extraño pero familiar sonido le despertó. Raudo y como en tantas ocasiones,
salió presuroso a ver que ocurría. De pronto se quedó perplejo al ver como otro topo se estaba
instalando en sus tierras, no pudo contener su rabia y su instinto territorial.

Gritando dijo:-¡quién eres!- Mientras corría ferozmente hacia él, volvió a gritar:¿Eh tú, quien eres? ¡¡ Sal de ahí!! ¡Fuera de mis tierras!


El topo forastero un poco alarmado y no con cierto temor, lentamente empezó a avanzar hacía afuera, un poco asustado y al borde de su madriguera, empezó a asomar su cabecita.


De pronto, Poto frenó y enmudeció, y su cara se transformó, sus ojos quedaron bien abiertos como si hubieran visto algo increíble.


Poto, no se movía cuando el forastero dijo:- ¿por qué me chillas tanto? ¿Qué ocurre?

-¡¡ Estas en mis tierras!! -Dijo Poto- ¡¡ Vete, o tendrás grandes problemas conmigo!!


-¡Calma!- gritó asustada-Me llamo Telma y vengo de una lejana tierra donde el fuego lo a devorado todo; llevo mucho deambulando por el bosque; hace tiempo que no sé nada de mi familia y al ver estas tierras, vi que era el lugar ideal donde poder empezar una nueva vida.


Poto no hablaba, en su rostro se reflejaba la duda, el no saber que hacer se lo comía por dentro.

La miró fijamente a los ojos y con arrogancia se dirigió hacia ella:- ¡¡vete maldita extranjera,vuelve a tus tierras, aquí no te quiero!!

-¿Por qué no me quieres aquí?- Dijo Telma-¡Hay tierras de sobra para los dos!

-¡Los extranjeros sois una plaga, sois unos aprovechados y si te dejo estar aquí, pronto invadiréis mi tierra y con ello todos mis recuerdos! ¡No te quiero aquí, vete!- Dijo Poto.

-¡Por favor, no tengo ya donde ir, prometo no darte problemas! -contestó humildemente Telma.

Poto la volvió a mirar fijamente y mientras se daba media vuelta camino a su madriguera dijo:

-¡Sólo te permito estar aquí, mientras te buscas otro lugar para vivir!


Telma triste y con un nudo en el corazón volvió a meterse en su madriguera.


Poto se pasaba los días observándola. Telma se dedicaba como cada día, a buscar alimento, limpiaba su madriguera y lo mejor de todo, se llevaba muy bien con todos los animalitos del bosque.


Telma, cada mañana iba al arroyo a beber, teniendo que pasar por delante de la madriguera de Poto.


_ ¡Buenos días! ¡El día es espléndido!- Decía Telma muy amablemente.


-Buenos días-decía Poto refunfuñando, se daba media vuelta y sin contestar más, se metía en su madriguera.

Así pasaron los días. Telma lo pasaba genial con sus amigos del bosque. Poto observaba desde su
madriguera la escena. A medida que pasaban los días, empezó a sentirse extraño, no comprendía
lo que le ocurría; después de mucho tiempo empezó a experimentar un sentimiento de soledad, se sentía un extraño en su propia madriguera.
.

Una mañana más, Telma se dirigía al arroyo cuando Poto se acercó a ella diciéndole:-¡buenos dias! -¡hace un día precioso!
-¿Puedo acompañarte al arroyo? Preguntó Poto, tímidamente.

Ella muy amable, dijo:-¡claro, hace un día precioso para pasear!

Poto entrecortado y sin atreverse a mirarle a los ojos, empezó a caminar junto a ella.

Hablaban y hablaban… hasta risas hubo. En Poto estaba surgiendo un sentimiento desconocido para él.


Después de un buen rato hablando y de contarse mil y una historias, volvieron a sus respectivas madrigueras, se despidieron e intercambiaron unas sonrisas.


Poto no lo podía creer, apartando los prejuicios, se dio la oportunidad de conocerla- “lejos quedaba ya el concepto tan negativo que tenía de los forasteros”.
Cada día y sobre la misma hora, él la acompañaba al arroyo, dándose a conocer el uno con él otro sus costumbres, costumbres muy diferentes, que a medida que las conocían, hacían que esas diferencias se estrechasen, haciéndolos más familiares.

De esta manera, Poto al quitarse los prejuicios que tenía hacia los forasteros y compartir tan rica tierra, empezó a ser Feliz. Comprendió el derecho que tiene todo ser a prosperar y ser feliz; independientemente de donde venga...

Y ¿Qué pasó con Telma y Poto?...eso ya es otra historia.


FIN.



Texto agregado el 11-10-2008, y leído por 221 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
11-10-2008 muy bueno relato. Me asemeja toda la xenofobia que tienen que sufrir los extranjeros cuando emigran a otras tierras. un abrazo carolina52
 
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