Había llegado el día. Mi madre viajaría a Miami y yo tendría que pasar toda la semana en la casa de mi abuela, en el campo.
El viaje fue muy largo, pero mi abuela me recibió con un gran desayuno campestre.
Al caer la noche, ella me contó historias y reconozco que ese día sentí miedo. Cuando llegó la hora de dormir, esas historias empezaron a dar vueltas en mi cabeza. Comenzé a sentir golpes ritmicos y acompasados rumores. También escuchaba sonidos metálicos que provenían de la granja.
Muy alterada, decidí ir en busca de un vaso de leche caliente, para recobrar el sueño.
Al bajar a la cocina, abrí la puerta de la heladera y sentí voces apenas perceptibles en el jardín. Subí desesperadamente a mi alcoba y me encerré en ella.
Al otro día, le conté lo sucedido a mi abuela y su cara tomó un color almibarado.
-Es sólo tu imaginación, querida.- dijo mi abuela con un tono entrecortado.
La semana se me pasó muy rápido, pensando en aquellos acontecimientos.
Cuando ya había llegado mi última noche en aquel campo, mi abuela me llevó hacia el corral y me dijo:- Los sonidos que escuchaste la otra noche, provenían de esto...-
Aquello era un regalo. Un regalo que había deseado desde muy pequeña. Era un caballo hermoso, en el cual podría cabalgar cuando fuera al campo.
A ese caballo lo llame "Confusión". No hace falta que explique el por qué de ese nombre, no?...