Ayer encontré el último pedacito de chicle de frutos mixtos en mi cartera.
Lo abrí despacio, esperando ansiosamente que su olor llegara a mi nariz.
Lo metí en mi boca y comencé a masticarlo.
La intensidad de su sabor y olor me hizo salivar incontrolablemente.
Seguí masticando sin parar.
Pasados ya unos dos o tres minutos, el sabor se hizo cada vez menos intenso.
La consistencia del chicle cada vez más dura.
Hasta que, muy rápidamente, el chicle se puso insípido e imposible de masticar.
Me acordé de tus besos.
Texto agregado el 10-10-2008, y leído por 520
visitantes. (17 votos)
hasta la miel se torna amarga detanto degustarla Noc
20-06-2012
¡Que buena metáfora! ¡Se volvió inmasticable como el chicle! Ni modo, a la mejor era por la marca. Quizá fuera chicle corriente, de esos que venden en el metro. Muy buena tu sátira poética. Saludos masticables felipeargenti