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Una sonrisa. Se trataba de una sonrisa juiciosa, jubilosa y sincera. Coqueta, perenne e inquieta. Feliz y decente y abarcaba los confines del mundo.
Recorría los caminos en busca de alguien con quien quedarse, quería compartir esa felicidad y dicha tan habituales en ella misma. Buscaba ese amigo o amiga que siempre te cuida y que siempre está, aunque se encuentre lejos. No le importaba pasar vergüenza, ni humillaciones ni que algún golpe de vez en cuando quisiera ahuyentar lo que era realmente, una sonrisa.

Se dedicaba a buscar y en su busqueda se permitía soslayarse, recrearse y envolverse con las diversas gentes que iba conociendo. Pasaba por las ferias de los pueblos, por acontecimientos deportivos. Se divertía jugando con los niños en las orillas de las playas, tenía predilección por reuniones familiares multitudinarias y siempre ayudaba a soplar las velas de un cumpleaños, nunca se perdía la entrega de regalos, e incluso chispeaba con las burbujas de bebidas espiritosas.

Nunca se ponía triste, ni lloraba, era una sonrisa. No poseía sombra como tal, cada vez que el sol se reflejaba en su cara, emitiía un halo multicolor parecido a un arcoiris, y cuando se tumbaba en la hierba a contemplar estrellas por la noche, ronroneaba y se maravillaba de su suerte.

En su sempiterna busqueda encontró un día un corazón, sentado en una piedra del camino. El corazón tenía un feo aspecto. Desliñado, mal vestido, sucio, descuidado y adoptaba un color grisaceo que recordaba amores perdidos. Surcaban su rostro enormes lágrimas de color gris y una enorme cicatriz le atravesaba entero. La sonrisa, sin poder evitarlo paró un momentó y le reguntó por el motivo de su desdicha. El corazón entonces, evitó la conversación con un gesto displicente y malas formas y se apartó unos metros. La sonrisa le siguió, volviendo a preguntarle con premura si podía ayudar. Se quedaría al lado del corazón hasta que éste sonriera también, porque le había caído simpático, parecía buena persona y nadie merecía llorar tanto y tan desconsoladamente.

En ese momento, el corazón, furioso, se levantó y como por acto de magia se hizo enorme, se hinchó hasta tal punto que parecía que iba a explotar. Dejó de llorar y se puso muy serio y contrariado. Escupió feamente 7 lágrimas enormes que poco a poco se fueron convirtiendo en otros tantos bichos feos, grises y macilentos.
Grifo, Lobo, Tiburón, Serpiente, Araña, Dragón y Tigre.

La sonrisa, lejos de perder su carácter habitual decidió preguntar a sus nuevos amigos si podían ayudar para que el corazón se sintiera un poco más feliz y pudiera sonreir.

Todos eran enormes y empezaron a reir a carcajadas. Era una risa maligna, falsa, que dejaba entrever sus enormes y afilados dientes. De repente todos ellos atacaron a la vez. Se lanzaron encima de la pobre sonrisa y picaron, mordieron, masticaron y despedazaron hasta que no quedó absolutamente nada. Una vez colmada su hambre, volvieron a convertrise lentamente en lágrimas y el corazón las enjugó con su pañuelo, que guardó en su bolsillo. Como el día estaba finalizando el corazón se sintió cansado y se echó a dormir debajo de un arbol, siempre gimiendo y sollozando.




Al anuncio de un nuevo día, el corazón entreabrió los ojos y se desperezó. Se dijo a sí mismo que la sombra de aquel arbol era un buen sitio para pasar el día sollozando, profiriendo maldiciones y lamentos. Pero se dió cuenta de que no podía llorar y que una enorme y sincera sonrisa ocupaba el lugar de la cicatriz y que su color grisaceo había cambiado por una palidez sonrosada que recordaba el adios del sol.
Por más que lo intentó lo úncio que pudo conseguir fue expulsar 7 lágrimas que nada más caer, fueron tragadas por una enorme raiz del arbol.
Y el corazón, lleno de dicha, sonrió como nunca lo había hecho y se prometió a sí mismo que no pasaría un solo día sin que pudiera compartir esa sonrisa con el resto del mundo.

Y así es como el corazón conoció por fin la felicidad y supo que no pasaría ni un solo día sin lucir orgulloso su sonrisa.
Y así es como la sonrisa encontró su hogar y feliz, se quedó a vivir allí para siempre, dentro del corazón.

Y en ese mismo árbol es donde el Caballero de perenne sonrisa encontró al corazón y llegaron a un acuerdo para vivir juntos miticas aventuras y emociones inenarrabales.......pero esa es otra historia............

Texto agregado el 09-10-2008, y leído por 85 visitantes. (0 votos)


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