Afuera hay tormenta; o eso parece. Adentro llueve...
Tengo ganas de ir a escuchar lo que la tormenta tiene por decir, de sentirla, respirarla. Un rato a solas con ella bastaría. Me digo a mí mismo que no puedo perder esta oportunidad.
El teléfono suena, dudo un segundo y decido no atender. ¿Qué es esto?
-Qué me pasa? No quería llegar a este punto y sentirme así... agobiado.
--¿Qué hacemos con esto?
-Me siento cansado... aparte sabemos los dos como va a terminar.
--Pero ¿y si en una de esas esta vez...?
-No. no seas iluso, esta peli ya la ví. Estamos dando vueltas en círculos. Además la tormenta no nos va a dejar.
--Sí, tenés razón. Lo que pasa es que estamos continuamente esperando estos momentos y cuando llegan son... no sé, un desastre por alguna u otra razón. Y bueno, que sé yo, a veces me siento un poco resignado; y sabemos ambos como duele la resignación.
-Quedémonos como estamos. Hay mucho por hacer y aparte nos va a costar y doler mucho menos; en otra ocasión cuando...
--Basta!! ya te estás pareciendo a... bueno, sabes de quien te estoy hablando; ese cuento lo escuché miles de veces.
-Bueno dale. Vamos nosotros solos, dale, cambiate y vamos.
--Ya fue ahora. Otra vez ganaste, o perdí yo, o nos ganaron a los dos; no sé. Pero no quieras que sea conformista. No puedo hacer como si no pasara nada. Dame el derecho a sentirme mal por lo menos.
-¿Y de qué te sirve?, a ver decime, ¿de qué te sirve ponerte a rezongar ahora? Es inútil, aceptalo.
--No es una cuestión de utilidad. es que no lo quiero aceptar. Me rehúso a fingir que estoy bien cuando no lo estoy, porque me lo puedo terminar creyendo.
-Y creélo entonces, es sencillo. El día que creas que estás bien vas a estar bien
--ese es el principio del mal negociante que he venido siguiendo hasta ahora y por el que me han sacado todo por nada. Pensalo así: vos tenés un montón de... pongámosle joyas, que necesitás vender; sabés que son de muy buena calidad, y que tienen un valor elevado ¿Me seguís?
-Aha
--Bueno. La primer oferta que te llega pensás que es inaceptable; Mas como no te llegan otras terminas vendiendo una buena parte por ese precio. De mala gana claro. Al mes vuelve el mismo comprador y te ofrece mucho menos de lo que te pagó el mes pasado. Y como no te queda otra le vendés de nuevo; y así sucesivamente. Siempre terminás resignando un poco de precio porque es tu único comprador. y así hasta que ya no te alcanza ni para comer. Sabiendo que la cosa va a seguir empeorando porque cada vez es menor la paga. ¿Te vas haciendo una idea de la situación?
-Parece que lo estoy viendo
--Bueno en ese caso, ¿serías capaz de decir, “no me voy a sentir mal porque es inútil que lo haga; porque no tengo otra opción”, eh... Eso no sería estar contento, eso sería resignación disfrazada hermano. Nada bueno sale puede salir de eso.
-A ver entonces decime ¿vos qué harías?
--Tambien le vendo, sí. Pero no me vengas a romper las pelotas con eso de que no me tengo que poner mal. Es mi derecho de sentirme para la mierda y que así sea. Si hay miseria que se note y dejémonos de hipocresías. Le vendo, pero le dejo bien en claro que es un flor de Hijo de puta.
-Aha, claro el ejemplo. Vamos a situarlo acá y ahora ¿Quién sería el hijo de puta que nos esta cagando, dale, ponele un nombre para que no te supere ¿acaso es la tormenta?
--¿Qué se yo, pero no viene al caso. Estoy caliente, no importa con quién.
-Bueno basta por hoy. Me parece que no va a salir nada bueno de esta charla
--Sí, Opino lo mismo así que, no sé, chau creo
-mirá que no me voy, me quedo acá
--Sí, ya sé que te quedás, A dónde vas a ir. Y más con esta tormenta, pero simplemente no quiero que me vuelvas a hablar por un rato largo.
-Me parece razonable. Hasta entonces.
Pasa un rato más y sigo estando sólo, Afuera la tormenta se intensificó. No va a pasar mucho rato hasta que vaya a verla, me duelen los huesos y estoy agobiado, para como adentro llueve...
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