No he parado de sonreír desde el momento en que los noticieros informaron, con tono alarmista, la caída de las bolsas. No es ni será la última vez que nos quieran vender los asuntos de la reina, como asuntos del pueblo, y muchos se traguen el cuento. Y es que una sociedad sobreprotegida y completamente intolerante a la frustración, como es la occidental, cae un completo descontrol ante cualquier quiebre. No me extraña. Tenemos sueño y tomamos café. No podemos dormir y tomamos somníferos. Nos da tantita gripa, tantito dolor y nos embutimos de medicamentos. Pero los síntomas de la economía, como los del cuerpo, no son más que pequeños anuncios de un problema mayor.
Estados unidos y otros países han vivido una gran fantasía, donde recolectan su riqueza por medios que no se terminan de consolidar. Así como el envío de remesas a México, una de las primeras fuentes de sustento nacional, fantasía que no sabemos hasta cuándo va a durar. Lo cierto, es que la reducción de ingresos por este medio, debido a la crisis, sirve como primer aviso para que, aquellas familias que dependen completamente de las remesas, comiencen a pensar en nuevas estrategias para desarrollarse y mantenerse. En general, este ejemplo de las remesas se aplica para otros casos, principalmente al de EU, donde deben aprender que no pueden simular tanta riqueza que no tienen; o los países de Latinoamérica, cuyos gobiernos se han dejado llevar ante la fantasía de Norteamérica y su mercado, e incluso, desgraciadamente, también sus ciudadanos, adoptando costumbres y estatus de vida fuera de su alcance.
Tal vez este sea un anuncio de lo que sucederá el día que México pierda su ingreso por el petróleo y la exportación, tal vez sea el momento de mantener cubiertas, al menos, las necesidades básicas, que provienen del campo y los recursos naturales... Un intenso dolor de cabeza, puede prevenir de la expansión de un cáncer a un organismo. Para mí, esta crisis es un buen síntoma preventivo.
Una especie subsiste cuando sobreviven los más aptos, no cuando sobreviven todos sus miembros. Definitivamente la especie humana tiene planes para subsistir y muchos no están incluidos en estos planes. Cruel, pero biológicamente real. Espero no ser parte de los prescindibles, ni que mi desaparición sea un buen síntoma para la subsistencia de la especie. Aunque, al parecer, eso queremos todos.
|