Él era conciente de que ya no era joven, que el tiempo había marcado brutalmente el paso por su cuerpo. El óxido le cubría en gran parte dándole el aspecto de tener más años de los reales. La vida no le había sido fácil respecto a sus uniones anteriores.
Abandonado, al parecer, en una caja de herramientas estaba obsesionado con ella, muy jovencita, reluciente y, casi seguro, sin uso. Ella respondía, extrañamente, a sus requerimientos y a los vanos intentos de acercamiento. Tal vez buscaba alguien con experiencia. Vaya uno a saber cómo razonan las féminas. Debemos agregar, además, que los padres de ella se oponían tenazmente a esta posible unión. _ ¡Él nos es para ti!_ ¡No te conviene!_ le decían. Pero, ya sabemos cómo son las cosas. El amor es ciego. Y no cejaban en sus esfuerzos.
Un día, que pudo ser el más feliz de la vida, una mano ajena los cogió. Sus corazones se agitaron violentamente. Rozaron sus cuerpos excitados y plenos de ansiedad, la respiración entrecortada y acelerada al máximo, varios intentos de cópula… No pudo ser. Sus hilos eran de diferente grosor. Una pena.