Mi muerte sucedió el 27 de Febrero de 1846, el mismo día en que celebraba los dos primeros años de la Independencia. En la celebración sonó un disparo de una AK-47.

Sentí que la vida se me iba de las manos, vi pasar todos los episodios de mi caminar por el mundo tanto buenos como malos, en un instante. En ese momento en que la muerte me iba a comer de un bocado. No me quedo más que pensar en que:

Pasamos la Vida tratando de alcanzar riquezas y fama, y nada de esto nos libra de una muerte que llega sin avisar en el momento menos esperado. ¿Podemos huir de ella? Imposible. Dios la hizo como una forma de demostrarnos su poder y su grandeza para que nos acerquemos a él como el único padre creador de las cosas que existen en el mundo y del universo.

Cuando me enterraron veía como mi familia lloraba. Algunos por hipocresía, otros de alegría al saber que ya había muerto el fundador de un ideal y padre de una nación. No nacemos en este mundo por el hecho de merecer vivir en el; sino que, nacemos con un propósito. Morí contento aunque fue a destiempo, pero se que hice algo bueno en mi estadía en la tierra.
Al llegar el día de juzgarme por todas las muerte que cause, no sentí temor. Sabía que el infierno me esperaba, acepté mi castigo porque lo merecía pero quede satisfecho al saber que había logrado ser padre de una Hermosa Patria.
En el infierno me toco vivir una pesadilla el diablo no quería saber de mí, decía que yo no era buena compañía para el. Reí bastante, como no hacerlo siendo el primer muerto que rechazaban por malo.

Pues vivía aislado de los demás, a ninguno de ellos se le permitía conversar conmigo el que lo hacia lo castigaban 10 días en una piscina con hielo.

Desperté de mi sueño. Era sólo una pesadilla, en ese momento iniciaba la fiesta de fin de año, los diablillos correteaban por todos lados y, yo y el diablo estábamos mas unidos que nunca, porque el tenia miedo que yo me postulara para gobernar el infierno.