Cada beso denso de tus labios genera una ambición de conseguir muchos más en los míos.
Cada paso que das, acerca más mi decisión hacía tí.
Cuando más me miras, más me gusta, cuanto más te miro, más deseo estar junto a tí.

Dichoso soy de un corazón más abierto, de ese corazón que hicíste en mí con tu justa comprenhensión.
Dichoso me hicíste, cuanto más me diste, sin perdirme a cambio nada por ello.
Dichosa tú, que lo tuviste de mí, con sólo una palabra tuviste más que de sobra, para conseguir mi ser y mi amor.

El espacio de tu dulzura y de tu admiración, es cada vez más claro y cada vez más despejado a mis ojos y a mi amor.
En los confines de mi conciencia te tengo a mi lado, más que nunca te siento mi cómplice, consigo que tu amor no se aleje y no decaíga tu admiración por mi ser.

Ciego te amo, ciego te sigo, ciego te palpo, más no necesito otros sentimientos para saber que tu eres la persona más próxima y cercana a mí.

Aquél que nos dió la mano para elevarnos en nuestra vida, nos ve ahora unir las nuestras en un sólo sentido, más siempre espera, siempre observa para que no las separemos demasiado, para que no las escondamos en señal de enemistad, pues cuando nos tendió la suya, fué para que las nuestras estuvieran juntas durante toda la eternidad.

Un ramo de espinas puede clavarse fácilmente en tu vida, pero si con cuidado sabes extraerlo, devolviéndoselo con amor a quién te lo clavó, más habrás dado de tí a esa persona, más habrás enseñado quién sabe amar de verdad, más estarás por encima y más cultura en tí verá.

Escrito por Carlos Them

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