No se pierde una vida,
Ni se recubren sentimientos con caricias. Las espigas solitarias bailan reinantes,
Mientras en tus cabellos se alejan,
Sombras y aguaceros esquivos de miradas ajenas.

Puede madurar la noche,
Pero las estrellas llorarán jugando,
Son sonrisas, recuerdos e imágenes
Pasadas de las que hubo,
Y sus carcajadas entonarán hasta el cielo,
Sin poder derrumbarse,
Los lazos fortificadores de aquellas murallas.

No se despeina la vida,
Para dejar de traer halagos,
Pierde la fortuna, desarma ilusiones,
Los castillos en arenas,
Desbordarían los mares,
Más bien mantiene la calma,
Que desde el cielo un ángel te resguarda.