Marca un arco tu abatido sustento,
el roce inquieto de pies desvalidos,
tu mano aprieta silencios sorbidos
con perlas irisadas de frío argento.
Un lúgubre acento de grito exento
declama al cielo luz a tus sentidos
y la hiel que muerden tus labios transidos
se esfuma en la vida que urdiste aliento.
Te eriges María en la cruz reclinada,
se eclipsa el dogma y tu fe se resguarda,
ardiente ceniza se posa en tu alma,
un calvario te cubre en la alborada,
silente murmullo que te acobarda,
mas no temas, si oras vendrá la calma.
Texto agregado el 06-10-2008, y leído por 163
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