¡Cómo detesto a la sociedad chilena cuando discrimina!
¡cuando separa!
¡cuando segrega!
cuando margina!

¡Cómo detesto a esta sociedad ciútica de Chile,
cuando no valora la pureza de espìritu,
el esfuerzo!

¡Cómo detesto a los que enseñan a sus hijos a saber del dólar, en vez de eseñarles de humildad!.

¡Cómo detesto a las señoras de "alta alcurnia"
que no dejan que su hijo pololee con alguien de clase media, o media baja!.

¡Hasta cuándo seguiremos siendo un país de imagen,
de plagio,
y no de valores, de amor, de paz!

¿¡Cuanto tiempo falta para saber lo que somos y vivir orgullosos, satisfechos y felices?!

El crecimiento va por dentro, como una semilla,
pero ¡cuidado!
no sea cosa de que nos perdamos dentro de tan grande cáscara.