De donde yo soy las cosas nunca quedan a medio hacer, excepto algunas leyes, que si no cambian a las personas se mueren en el intento.
Todo lo demás es una constante; sin que llegue a entrar en lo ordinario, que siempre tiene sus puertas abiertas de par en par, se pueden llenar los espacios vacíos con el debido cuidado de que no resulte una incoherencia. Y lo mejor es, que si por alguna razón alguien se olvida de programar el baile con la más linda (que camina como reina), las mejores soluciones vuelven sin que nadie las llame.
De sonde yo soy, el fantasma del futuro ya no asusta a nadie; se pasa sus últimos días sentado en un banco alimentando palomas, y si alguien decide hacerle compañía, le contará con tierna melancolía su pasado tan dichoso.
De donde yo soy el tiempo cuenta los días desde el único calabozo, cumpliendo cadena perpetua acusado de ser un asesino a sueldo
De donde yo soy los superhéroes no vendrán a rescatarte, sólo los verás caminando solapadamente en su periplo cotidiano del que nadie conoce demasiado ni se atreve a preguntar.
De donde yo soy la ansiedad con la que uno se despierta de sus sueños se queda en el rincón de las penitencias pagando el precio que tú deberías pagar.
De donde yo soy la gente se duerme soñando la montaña, esa montaña que tanto cuesta subir y que no se sabe bien si es cada vez más alta o más profunda.
De donde yo soy el peor demonio tiene la capa caída, la frente alta y siete ojos que son el reflejo de todo lo que uno teme nunca ver. De donde yo soy nadie muerde, salvo por pura cortesía
Lo que la sorpresa tiene para contarnos es lo que ya teníamos previsto y cuando uno menos se lo espera, los caminos que parecían eternos simplemente terminan, y sin precisar claramente donde estás, es seguro que muy lejos y muy solo, sin más alternativas que quedarte allí o volver por el mismo eterno camino.
El mar que parece tan peligroso tiene dos caras en las que te sumerges como en el aroma del barrio en atardeceres de domingo y un fuego que nunca llega a quemarte cocinándote lentamente.
Partiendo de lo que uno tiene como base sólo se puede llegar hasta el primer piso donde deberemos volver a bajar para estabilizar el ya agonizante punto de equilibrio. Y casi, en una maniobra de tinte heroico, podremos alcanzar el picaporte para poder espiar qué es lo que no nos espera del otro lado
No es bueno despertarse un día y sentir que la casita de naipes está derrumbada en lo que parece ser un atentado de raras e inciertas procedencias; Salvando la distancia con el papel de disfrazar verdades, con una ironía casi irreverente, podremos decir que las cosas pretenderán a bajar su nivel de dificultad cuando retrocedamos algunas etapas. Bastante atemorizante es lo que se espera de nosotros en cuestión de nuestra inocente toma del timón, sin tener en cuenta nuestro currículum de naufragios que nos hace perder todo cuidado.
Mirando siempre hacia arriba y con una buena dosis de constancia lograremos salir a la superficie donde una densa niebla amenizará nuestras intenciones de volver a lo profundo.
Y es justo en ese momento cuando la desesperación arma una gran conspiración en tu cabeza volviendo la espera tan larga que antes de que les llegue el turno, los deseos vuelven donde la persona que los creó espera ansioso sus novedades.
Entonces, es necesario llegar hasta el fondo, es necesario tomar el control de la situación, es necesario que los dejes salir; las comodidades que nunca tuve son las que te quiero regalar, el paseo de tu cuerpo queda en manos del viento, sutil viento que te arrastra como una hoja, que te acaricia los labios, que te asfixia de placer necesario, si no sabes como salir a flote debes solamente romper el vidrio, ese que está empañado con alientos y suspiros, y si el miedo no te deja reaccionar entonces grita con mucha fuerza y yo vendré a acompañarte.
Saludos y te espero en el principio de lo que llamaremos simplemente la segunda oportunidad: esa que todos mencionan y que tú, por simple capricho sigues mirando de reojo.
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