UN VIERNES CON DOMINGO
Era un viernes cimarron a las cinco de la manana
me dirigía apresuroso a un encuentro osado con el mar sin pensar en el peligro.
Techo de zinc, casa de palma y un agradable olor a café colado me avisaban que estaba allí el viejo Domingo aguardándome.
-Trajiste la lumpera, los anzuelos 00 y la tripas de pollo?
_Si aquí esta todo lo que me pediste en este saco, le dije.
Domingo sobo la lumpera y se sercioro de que el cartucho en la punta del arpon estaba bien colocado y a seguido saco de su cuarto una vara con un carrete Pen Senator 114h repleto de monel de acero con capacidad de resistir la embestida de un pez de quinientas libras.
-Si se pega ese tiburón en el anzuelo 00 que se olvide de safarse porque este monel no tiene ninguna osca por donde partir, comento Domingo.
_Usted preparese don Jesus porque esos tiburones pelean muy duro”
Su advertencia la tenia sin cuidado yo estaba curtido por el mar y grandes pejes había cogido y muchos mas grande se me habían escapado pero me faltaba pescar un tiburón para hacerme un lobo de mar y ese dia iba a ser mi bautizo.
Alcanzo a escuchar el ruido del encendido de los motores en la playa me deleito olfateando el humo de la mezcla de aceite con gasolina y escuchando el retumbar de los motores de dos tiempo fuera de borda. Ha llegado el momento de hacerse a la mar en busca de tiburones.
El bote Tu-Lile era de fiber glass de los que nunca se sumergen y ya en el Domingo había enfrentado muchas tormentas que lo habían agarrado mar afuera. Yo tenia mi confianza en el bote y en la veteranía de Domingo.
A la salida del muelle nos desviamos pues habían unos pescadores calando un chichorro y nos fuimos alejando de la playa lentamente viendo las gaviota comer de las sardinas que salian de la red de los pescadores.
El mar estaba plano, el cielo empezaba a tirar los primeros muñequitos del sol haciendo ver la luz en la oscuridad de la madrugada. Y de repente afloro el gran astro amarillo sobre un mar azul marino iluminando todo el horizonte y pintando el paisaje de una belleza celestial.
Yo siempre he dicho que los amaneceres y las caídas del sol mas preciosas son aquellas que se ven desde un bote en altamar. Y ahí tenia yo por delante ese gran espectáculo!!
Marianito dirigió la proa hacia Punta Caucedo y acelero los motores a toda marcha. El salpique de las olas caia en mi rostro y yo de nuevo olia algo que me deleitaba y era el salistre del mar.
-Nos vamos a fondear en el bahito del cojo ahí fue que el y Papitin mataron ayer una tintorera de trecientas libras. La tirada ahí es buena eso esta cundió de un cardumen de macarela y tiene el fondo que a los tiburones le gusta”. Me dijo el viejo Domingo
Marianito puso el motor en neutro y acequida bajo la soga con la plomada para medir la profundidad del mar.
,dijo marianito
“Fondéate aquí mismo”
“Tirale el engoe de la tripa de pollo”
“Vacia la cubeta con la sangre de cerdo”
“enganchale el jocico de puerco al 00 y lanza la vara y dásela a don Jesus.
“Don Jesus pongase sus guantillas y no fume ahora por favor que el humo lo va a botar el monel después que la chicharra suene y empiece el tiburón a jalar esa línea de acero.”,cuando Domingo daba instrucciones había que estar muy atento porque cualquier desliz o mala interpretación podría acarrear el fracaso.
A partir de ese momento mi corazón acelero sus latidos y yo sentí como la adrenalina me corria por todo el cuerpo sabia que todo era cuestión de espera ya que estábamos internado en la morada donde vivian todos los tiburones , la caleta cuna de los chupafondos expertos cazadores de tiburones submarinistas que tienen en su haber el record de haber capturado el mayor tiburón del Caribe de 950 libras.
-Mirelo, mírelo ya están carreteando la carnada.
-No toque la vara, déjelo que embuche y déjelo que saque monel hasta que se canse.
Los pescadores tienen una frase de advertir a los otros de la tripulación de cuando un pez le esta piscando la carnada: “aquí van conmigo”.
Domingo aquí van conmigo, dije emocionado.
-apriétale el freno.
-Ahora recoge monel.
-No lo traiga por proa que la hélice corta la línea,
las ordenes de Domingo todos las escuchábamos con atención.
Yo sentía que la fuerza del escualo me arrastraría fuera del bote y creo que sino es por una soga que tenia amarrada a mi cintura y que estaba atada a uno de los asientos del bote ya el tiburón me hubiera tenido metido en el agua.
No habrían transcurrido unos escasos veinte minutos de estar peleando el tiburón cuando Papirin grito:
-Mierda Domingo mira la tijereta albina esa es la de Dun el tiburon asesino.
No tuve que aguardar mucho tiempo mi tiburón cambio su dirección y en vez de intentar escapar dio media vuelta y se dirigió hacia el bote sacando fuera del agua una enorme aleta gris que yo no se si fue por el miedo pero era la mas grande que yo había visto en mi vida y era uno de eso momento en que uno suele decir “me caque”
Habiamos atrapados al tiburón equivocado.
Teníamos en la línea a Dun el come gente el cual todos los pescadores temian.
Nunca había visto a un viejo pensar tan de prisa y ordenar con tanta precision como ese dia.
-Papitin enciende los motores.
No leves el ancla mocha la soga rapido con el machete.
Don Jesus vandeeme la vara y sáqueme el tiburón de la proa del bote que nos va a virar.
Traiga el peje de banda por el lado derecho y cuando yo le avise tire la vara rápido hacia el mar con todo y carrete.
Tirela, tirela, tire la vara ya!! , cojollo tire la jodia vara al mar.
Una explosion retumbo en mis oídos ,
Domingo había disparado la lumpera justo y directo a la aleta del escualo dándole en el mismo centro.
Don Jesus la Bereta, saque la Bereta y dispárele para que no de la vuelta y nos jodamos todos, me grito Domingo.
Rapidamente descarge un peine de la pistola apuntando a la aleta que sobresalía entre las olas del mar. Y entonces el tiburón se sumergío arratrando consigo la valiosa vara de pescar de Domingo y después vino un silencio sepulcrar y la agonia de la espera pues pensábamos que en cualquier momento no saldría “el come gente” por debajo del agua para voltear el bote.
Los diez minutos de espera parecieron cien anos
Ni pulso temblaba apenas pude encender un cigarrillo y preferí guardar silencio y rezar
-Huye Papirin dale con to pa la costa que ese tiburón esta dao mira toda la sangre que va votando hay que escapar antes de que se rescupere,dijo con los ojos saliéndosele de la cuenca el viejo Domingo.
En el trayecto a la playa yo pensaba lo mucho que hay que joderse para pescar un tiburón y a mi me toco justamente el que todo los pescadores le tienen miedo.
“Yo estaba en el lugar adecuado pero con el tiburón equivocado.”
Ya en la playa no sentamos bajo la sombra de una mata de almendra y poco a poco se fueron acercando todos los pescadores del poblado a escuchar nuestro relato de cómo pudimos escapar del tiburon come gente.
Entre tragos de Mcarbeth y yanikekes calientes Domingo sonriendo me dijo:
-Don Jesus estamos vivo de milagro ese tiburón ha matado mas de cinco pescadores de la aldea y ni un solo dedo de la mano hemos podido encontrar.
Tuvimos mala suerte pues ese no era el peje que buscábamos y tuvimos buenas suerte porque estamos todos con vida.
De regreso a casa solo meditaba en una cosa y esta era organizar mejor la próxima caceria de mi tiburon , Dun el come gentes.
Con esta experiencia yo había aprendido que a ese tiburón no se podía pescar había que cazarlo.
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