Hace mucho tiempo, ya no sé el tiempo que hace, por una lejana isla de Curuway navegaba un marinero. Andaba en busca de unos protozoos para su colección científica de bacterias y algas marinas. Tardó días en encontrarlo, buscando y buscando al fin lo logró. Desplegó las velas de su barco y zarpó rumba a casa .Se hizo tarde y la noche se le echó encima, lo preparó todo para dormir en el barco. De repente una tormenta sobrenatural, levantó olas de inimaginable tamaño y el barco se hundió. El marinero nado y nado sin cesar. Su cansancio cada vez era mayor pero el solo pensaba en salvar sus protozoos. El marinero tragó mucha agua de mar y perdió el conocimiento, se hundió fácilmente en las profundidades del mar.
Pasadas unas horas despertó tirado en la orilla, había sobrevivido al naufragio, no sabía donde estaba; ni quien le habría salvado; ni siquiera sabía como volver a casa, estaba totalmente perdido.
Anduvo por la isla y vio que habitaba un pueblo bastante agradable, los niños iban al colegio; las mamás a la compra; los papás al trabajo… Se dio una vuelta por el lugar para encontrar a alguien que le sirviese de ayuda. A unos pasos, se encontró con un hombre bastante mayor, con las barbas perfectamente afeitadas. Andaba a paso ligero y con una bata científica que le llamó la atención.
- Perdone – le preguntó
- ¿Es usted científico? Navegaba yo en mi barco buscando alga soy protozoos y tuve unos contratiempos ¿podría usted ayudarme?
- No soy científico más ¿Por qué tiene tanto interés en que lo sea? Soy barbero y creo que no puedo ayudarle…
- Si que puede toda ayuda es poca para el que no tiene nada, quisiera volver a casa– dijo el marinero.
- Tengo mucho interés pues e trabajado mucho en este proyecto, si realizaba la colección podría ganar dinero y con ello estudiar y navegar para descubrir nuevas cosas en el mundo (insistió el joven).
El barbero le tomó del hombro y lo llevó a su casa. Abrió una cortina y le enseñó una enorme maquina la cual era parecida a una cabina, en su interior había cables, millones de cables y una silla rodeada de ellos. Se llamaba “La Máquina del tiempo”.
El barbero le dijo que si quería volver a su país podría hacerlo con esa maquina, pero con la condición de que no recordaría nada de su tiempo en aquella isla.
El marinero aceptó y llegó a su país unos minutos mas tarde. Apareció tirado en la playa sin recordar nada, todavía veía borroso de las malas condiciones en las que viajó, condiciones que el no recordaba. Intentando desplegar los ojos pudo ver a una hermosa sirena la cual traía entre sus manos toda la colección científica que tanto buscó el marinero. Ella, le miró fijamente a los ojos, le lanzó una sonrisa y comenzó a nadar mar a dentro para ya nunca volver. El marinero ganó el concurso y con el dinero realizó una nueva expedición. Llegó a la isla donde anteriormente estuvo aunque el no recordaba aquel sitio le gustaba tanto que decidió quedarse a vivir allí y el dinero que ganó fue empleado en escuelas, talleres y en la barbería de un hombre al que cogió mucho aprecio ¿Adivinas quien es?
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