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Inicio / Cuenteros Locales / strambotiko / Confesión de un extraño (2da Parte)

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Y entonces comenzó a llover...

La tristeza del pequeño muchacho se disimulaba con gran facilidad, a excepción de su notoria expresión, iluminada por aquel infierno que no deseaba desaparecer frente a él.

La gente reunida en torno al siniestro no hacía más que lamentarse, eran muy pocos los que manejaban conocimiento alguno de aquella familia pues eran nuevos en la localidad y apenas había transcurrido una semana desde que se mudaron. Solo sabían que Abelardo, el padre de Dimas, se hallaba en cama enfermo producto de padecer la “gota”. Su madre, Katerina nunca se separaba de él y velaba por su constante cuidado, así como también de su hermano menor de apenas 6 meses. Ninguno de los presentes creyó haber visto a alguien extraño rondando los alrededores, solamente un par de testigos que señalaron pasar por el lugar y ver como de la nada la casa se incendiaba completamente. Los que custodiaban la entrada al pueblo no registraron la salida de ningún extraño después de las 4 de la tarde, solo los que ingresaban. Todo este testimonio fue atentamente escuchado por el comisario del pueblo Eric Brief.

La casa poco a poco iba desmoronándose, Dimas se preguntaba si acaso valdría la pena echarse a llorar esperando a que alguien se compadeciese por él, pensando una y otra vez en las palabras mencionadas por aquel extraño. ¿Qué fue lo que lo que le había provocado tanto temor? su mirada, su vestimenta, o quizás sólo su presencia. Divagaba en torno a algo que solamente él conocía, y que se lo hizo saber aquel extraño personaje, él era el responsable de todo aquel desastre, y tendría que pagar por su crimen. Desde ese momento algo más intenso se estaba apoderando de su ser, un deseo que lo hacía ponerse nuevamente en pié.

Escabulléndose entre la multitud, Dimas se acercó hacia la división entre lo que quedaba de su hogar y el edificio aledaño, conformada por piedras sobrepuestas y varios arbustos que las cubrían. Introdujo su mano en una cavidad oculta, sacando de dentro una honda que solía utilizar a escondidas de sus padres, para cazar animaluchos. En su lugar dejó escondida su carretilla y su cometa a medio doblar.

Los dos accesos al pueblo de Lancres se hallaban fuertemente custodiados y el muchacho tendría que ingeniárselas para encontrar otra vía de escape. El poblado completo estaba circunvalado por un muro empedrado de unos 3 metros de altura, para salvaguardar a los habitantes contra ataques de proscritos. Sólo algo más alto que ese muro le ayudaría a cruzarlo. Dimas recordaba en una de sus tantas incursiones por el pueblo, haber notado un robusto roble junto a la muralla norte, que extendía sus ramas al punto de perderse de vista hacia el otro lado. Y en efecto esa iba a ser su única opción.

Tomando en cuenta su baja estatura, al muchacho no le tomó demasiada dificultad sortear cada rama húmeda de aquel milenario árbol. Como un pequeño mono camuflado, logró alcanzar la parte más alta del muro para luego saltar hacia el exterior.

Ya en el terreno, solo tenía que rodear el muro para dirigirse hacia el sendero oeste. Una vez allí era sólo cuestión de seguir la ruta y hallar al bastardo que le llevaba al menos una hora de ventaja. Corrió a paso de trote durante todo el trayecto por aquel sendero del que poco se familiarizaba, ni la tormenta, ni el frío, ni el latente recuerdo de esa horrible mirada intimidaron su avanzar. Aquel muchacho, a la edad de 11 años, ya se hallaba totalmente corrompido por su sed de venganza.

Tras cruzar una leve colina, el destello relampagueante de la tormenta le revela una entrecortada silueta oscura, a una buena distancia por delante, desplazándose tranquilamente en la misma dirección, a juzgar por su característico sombrero, Dimas pudo adivinar con certeza que aquel extraño viajero era el malnacido que andaba buscando.

Optó entonces por apartarse del sendero y escabullirse por el costado derecho. Más hacia delante el camino rodeaba un promontorio rocoso del cual Dimas quería sacar provecho, a paso veloz lo escaló hasta lograr coronar la cima, esperando con calma el momento indicado.

Su mira se encontraba fija en un amplio campo de visión por donde la silueta del extraño individuo debería cruzar, el viento soplaba a su favor. Cuando logró divisarlo, cogió una de las piedras que recolectó durante el trayecto, tensionó su honda lo más que pudo, hasta el momento justo en que disparó.

Lo que aconteció a continuación dista mucho de la credibilidad de algunos.

El proyectil iba en dirección certera y precisa hacia su cabeza, cualquier ser humano normal, bajo esas circunstancias, hubiese sucumbido ante la letalidad del enorme disparo. Tan solo bastó una fracción de segundo para que el oscuro individuo levantase su mano derecha, y atrapase ágilmente la piedra a la altura de su sien, para luego contemplarla detenidamente, enseguida dirige su vista hacia el promontorio donde se hallaba el desconcertado muchacho. Transcurren unos 2 segundos cuando el sujeto desaparece. Dimas restriega sus ojos, tratando de comprender que estaba sucediendo.

-Realmente me sorprendes- Oyó que le decía una voz familiar.

Aquello lo atrapó de sorpresa, sobresaltado Dimas dio media vuelta. El sujeto que hace unos instantes caminaba por el sendero, se hallaba parado justo frente a él.

-Tendrás que venir mejor preparado, ya que la próxima vez no tendré la más mínima compasión. Lamento lo de tu familia muchacho, pero era algo que debía hacerse.

-¡No eres mas que un ser maldito!– Bramó.

Sumido en la desesperación, Dimas se lanza sobre el sujeto, lo último que alcanzó a recordar fue que este tocó su frente haciéndolo caer en la inconsciencia.




(Fin del capítulo)

Texto agregado el 04-10-2008, y leído por 157 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-10-2008 Mucho mejor que el anterior a mi gusto, las descripciones son precisas y justas, y la historia pinta bien. Ahora bien, esperaré a ver cómo un niño de 11 años se enfrentará a tales aventuras (si es que eso es lo que viene...) 5* Seifer
05-10-2008 Esta cada vez mas envolvente, stram. Muy buena, creando cada vez más interrogantes. Aunque siento que conozco poco a Dimas; espero que trabajes más en el personaje y su forma de ser, personalidad. Pues has descrito las acciones de manera brillante. Me gustó la parte en donde casi le llega el hondazo XD. Síguelo stram. 5* krondel
 
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