Doña Angela
El tiempo se va acabando de tanto recorrer el mar de la vida, tantos dias, tantas islas, mares... el olvido. Cada nueva mañana trae consigo una carga de esperanza, fe contra el olvido, antidoto para vivir. El sol comienza su aparicion ante nuestros ojos y nos cuenta sus historias infinitas y desgastadas por el tiempo. El canto de las aves tambien comienza; cada opereta, cada compas que nos llena de vida y nos da energia para continuar el largo camino.
Doña Angela se levanta con todo y sus ochenta años de vida, se da cuenta de que comienza un nuevo dia y sale hacia la calle. Lleva con ella el recuerdo de la fortuna que tuvo de niña y la pobreza que tiene ahora. Tambien lleva alrededor del brazo una pequeña canasta con paletas de dulce. Se dirige, como casi todos los dias en que se encuentra estable de salud, a su esquina. La calle en donde trabaja podria ser merecedora de su nombre. Es de ella mas que nadie. Ha estado en ella desde hace mucho tiempo, esperando la llamada de los angeles que se niegan a hacerlo.
Hoy es un dia ligeramente soleado, sin contradicciones en el mundo de Doña Angela. La fila de autos ya forma una gran linea como hormigas trabajando. Va pasando auto por auto y de vez en cuando alguien le compra algo, ya sea por antojo o por la tristeza que emanan sus ojos de luna llena.
Doña Angela es la unica vendedora de paletas que lleva el servicio de venta personalizada auto por auto en la ciudad. En eso se podria considerar pionera. Ella no es una pordiosera o un mendigo, huele a limpio, a jabon perfumado, a abuela. Sus vestidos largos de olanes no llevan ninguna mancha, ni siquiera el polvo se atreve a tocarla. Hay quien cuenta que nunca renuncio a su virginidad, pero ese no es un hecho confirmando. Nadie lo sabe en realidad. Por raro que parezca todos los días acaba por vender todas las paletas, grandes y pequeñas, rojas, amarillas de piña, verdes limon y tambien de dulce de leche.
Cuando camina por la calle con sus pasos lentos, la soledad que carga en los hombros se nota a leguas. Cada paso se vuelve mas pesado. Arrastra los pies inconscientemente, un paso y otro paso. Un paso mas y pronto llegara a su pequeña morada. Ahora parte de la gran ciudad, pero en sus buenos tiempos la casa estaba muy afuera del mar de gente, de sus ruidos, olores y costumbres inhumanas. Todo cambia, menos el paso del tiempo, la soledad, la tristeza y el vender paletas.
Esta semana Doña Angela fue casi todos los dias de la semana a trabajar menos el miercoles, ya que le dolian los pies y se quedo acostada todo el dia, hasta que la noche cayo en la ciudad y la luna hizo su aparicion por la ventana de la casa, ella es pariente de la luna, descendiente del reino de las noches, sus sueños salen por la ventana a trepar las paredes como gatos y cantar como bruja del medievo.
Su casa no es grande. Consta de dos cuartos y un pequeño baño, una recamara bastante antigua, una pequeña mesa ya apolillada y una bañera blanca con manchas de oxido y sarro en las patas. No hay ningun cuadro, ni una fotografia. No hay nada mas. Ni siquiera flores, que en estos tiempos de gran soledad puede considerarse un delito de gravedad, penalizado con cadena perpetua en la carcel del olvido.
Doña Angela no siempre vivio de esta manera. Cuando era pequeña vivia en una pequeña villa a orillas del oceano. Alli vivio una infancia feliz junto a su familia y en especial con su amor destinado Angel. El Fue un niño enigmatico, plagado de misterios magicos. Terminada la niñez, Angela estudiaba en el colegio de Artes para mujeres donde asistian todas las niñas de los acaudalados del pais. Alli tuvo pocas amigas. Angel estudiaba medicina, profesion heredada de su padre y de su abuelo, tradicion de generación de generacion, que no tenía fin.
Desde el balcon de Angela se escuchaban los sonidos de los barcos que partian hacia todos los continentes, tambien se podia observar el gran faro que iluminaba circularmente su pequeña villa. Vuelta tras vuelta la luz que emitia cansaba la vista de Angela y esta caia hechizada en la cama para comenzar a soñar. Ella soñaba en grandes campos de flores, amarillas, rojas y blancas, ese era su sueño favorito. Caminaba entre los campos interminables, tomando con las manos algunas flores multicolores.
Hoy es martes. Un dia especial para Doña Angela. Se levanta temprano y desayuna pan tostado con mermelada de fresa. Se coloca unas gotas de agua de colonia y se dirige a la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza. Alli reza un par de suplicas y descansa su alma un momento. Despues se dirige a la esquina donde vende las paletas de dulce, espera que se acaben para regresar a casa y descansar.
-Mañana sera otro dia para vender paletas» declara al aire Doña Angela.
El hecho de vender paletas en la calle tiene su parte positiva; ya que los niños son los principales clientes y la sonrisa de casa uno de ellos refleja la felicidad autentica de la cual hay que alimentarse. Niños y niñas de todas las escuelas y de todos los tamaños esperan el regreso a casa para asi poder disfrutar de las paletas que trae Doña Angela.
La luna azul y el destello del sol hacen que vayan pasando los dias, uno tras otro en interminable fila, en infinita cascada de tiempo, siempre vendiendo, rezando, durmiendo; soñando en aquellas embarcaciones que venían de China, de España, de Argentina, soñando en el reflejo del sol en el agua salada del mar, en el gran faro, en la pequeña villa. Tantos recuerdos, tantas lagrimas derramadas en el olvido.
Mañana sera martes, el dia de Angel, el dia de su desaparicion de este mundo, empresa en la cual Angela gasto toda su fortuna heredada para poder encontrarlo, centavo tras centavo pagaba a aventureros de todo el mundo, a psiquicos, a todo aquel ente que le diera algo de información al respecto. No faltaron lo aprovechados mentirosos, pero Angela nunca perdio la esperanza. Y aun hoy sigue en esa larga espera.
Ella recuerda el gran martes de Angel. Estaban los dos a la orilla del puerto, se veia la luna completamente roja, augurando algo negativo; en un momento de juego los dos cerraron los ojos, y ella comenzó a ver esos campos de flores infinitos, donde se encuentran los sueños mas etereos, y al abrir los ojos descubrio que el ya no estaba alli, se había ido para siempre. Todos en el pueblo lo buscaron y jamas hallaron algo, por lo que se supuso que habia muerto en el mar. Los padres de Angel al morir le habian hecho prometer que encontraria a su hijo, a su amor... promesa que nunca se cumplio, ahora ya es tarde para eso, es tiempo de ir a observar las sonrisas de los niños, las cuales son el elixir de la vida, alejan a los malos espiritus, es la cura de la soledad y disminuye la depresion existencialista.
Doña Angela se levanta por la mañana y al poco tiempo se dirige hacia la esquina de siempre, invocando a la rutina monotona, comienza a vender sus paletas de todos colores. Los niños hacen su aparicion en el teatro de la vida. Uno tras otro disfrutan la golosina encantada. El tiempo camina a gatas, lento y aburrido. El calor hace que la ropa se pegue a la piel, simulando las velas de un velero en alta mar. Cansada se sienta un instante en la acera y cierra los ojos desgastados para evitar que el polvo entre en ellos. Observa una silueta detras de ella. Se levanta y trata de mirar a la sombra.
-¿ Disculpe señora, es usted Angela Marquez?
Ella si decir ninguna palabra le muestra la pequeña canasta repleta de paletas que siempre carga en manos esperando a que el cliente escogiera alguna.
-No me reconoces? -Soy Angel
Angela Marquez lo observo y no pudo pronunciar sonido alguno. El recien aparecido se acerco a ella y la abrazo. Ella temblando dejo caer la canasta de paletas multicolores.
El tiempo detiene la imagen que queda congelada, ahora Doña Angela se ha ido a aquel campo de flores infinitas que siempre soñaba, pero esta vez ha cumplido su promesa.
Momentos mas tarde ruidos de sirenas y de voces de asombro y angustia empiezan a llenar el aire de la pequeña esquina de Doña Angela... |