Furioso, un moscardón arremete contra la malla de la ventana; si hago caso, su diabólico zumbido asesinará mi conciencia y moriré atrapado en la nada, lejos de la dimensión de los mortales.
En tanto, grito, como cuando niño: ¡Corre video!.
El olor a palomitas de maíz inunda la casa, como cuando niño.
Ahora inicia la película. La historia del pensamiento humano se encuentra atrapada en un video. Todo es tan extraño. Sofía, la protagonista, queda atrapada en las redes de su profesor de filosofía; desfilan las doctrinas y una a una dejan miel de sabiduría impregnada en el televisor.
Alguien ha robado mi postre de fresas. Sospecho de mi gata, pero bien pudo ser cualquiera.
Tal vez un intruso metió la mano por una ventana de mi castillo --o lo que queda de él--, y robó mi fruta.
Sofía lucha contra su yo interno, vive sumida en la angustia, en la rueda de la fortuna, esa red tridimensional conformada por las decisiones, algunas ya tomadas y otras, vírgenes.
Sartré tenía razón, la angustia es nuestra amante impuesta, y "la nada" es esa cámara en la que copulamos con ella. Descartes no aparece en escena, pero su olor impregna la casa.
Mis manos están partidas, parecen de cocodrilo. Es inútil, ninguna crema las salvará, han perdido su frescor de la adolescencia; ese viejo llamado "Tiempo" ha sorbido su esencia.
Sofía lo ha logrado, ha vuelto la espalda a las sombras. Su familia, su amiga Jorum y su mundo imaginario han desaparecido en el mundo de las ideas y la fantasía.
Ahora, la escena final, comienza el desfile. El Zorro cruza la calle y saluda a Sofía con el ala del sombrero. Lo mismo hacen Pinocho y el Trapecista, la Mujer Mariposa y el Malabarista, Caperucita Roja y los personajes del "Mago de Oz", todos a una dicen: "¡Sofía… hola Sofía!" Lo has logrado, eres filósofa."
La música del video se ha clavado en mi alma. Parte de mi vida se ha ido con Sofía, a la caverna de Platón, al mundo utópico donde el amor no existe, donde cada uno se lo construye y a luego lo deja ir como a un globo aerostático… o espera a que alguien lo robe, como a mi postre.
El video termina, termina la fantasía y la ilusión. Guardo mi sueño en la cajita de madera y fondo de terciopelo rojo de la abuela. En otro momento lo sacaré, cuando vuelva a estar solo.
Una jauría de demonios manipulan los hilos de los hombres. En el noticiario aparece el mundo real: Huracanes asesinos, inundaciones y ríos hambrientos que tragan personas y casas; secuestros en medio de un río de sangre; un atentado terrorista, tal vez el primero de muchos que vendrán; una carnicería política entre la caricatura de la Izquierda que nos tocó vivir junto con el viejo régimen, corrupto, de "La Revolución"; y por supuesto, la ultraderecha, es viejo dragón que ha cambiado de disfraz y ahora se hace llamar: "misericordia".
Los niños aún duermen. Desde mis entrañas, una nausea evoca nuevamente al viejo Sartré. El reloj me recuerda que aún puedo dormir un par de horas antes de salir a la caza de la nota del día.
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