Desde hace tiempo me había llamado la atención cómo una misma pieza reconocida (película, libro, puesta, etc) puede resultar desagradable para una persona y sensacional para otra, ambas con un alto nivel cultural. Las teorías que el psicoanálisis ofrece me han parecido convincentes y es por eso que ahora me atrevo a resumirlas y explicarlas con mis propias palabras.
El psicoanálisis plantea que los sistemas psíquicos conocidos como mecanismos de defensa (Mec. Def), nos ayudan a sobrellevar la realidad que no podríamos soportar, salvaguardando nuestra integridad y protegiéndonos de la locura; la negación y la represión son los mecanismos de defensa principales. Ejemplos de cómo los usamos:
* “Nuestros padres no tienen relaciones sexuales”.
* “Mis creencias sociales, políticas o religiosas no son un medio de controlar a las masas”.
* “Aquello que dicen de la persona o teoría que admiro es falso”.
* “Nunca he pensado esas cosas tan terribles”,
* Etcéteras.
Si no existieran los mecanismos de defensa, la realidad podría ser abrumadora y causar un estado de angustia y altos grados de ansiedad, que volverían demente al individuo o lo arrinconarían a realizar actos autodestructivos, que podrían extinguirlo: tomar, drogarse, chocar, pelearse, etc.
En lo que al tema respecta, cualquiera sabe que algunas piezas simplemente van en contra de las creencias de las personas y es por esto que las rechazan. Todos, alguna vez hemos ido al cine y hemos visto individuos ofendidos por alguna escena, que a nosotros no nos parece tan grave o grave en lo absoluto. Bueno, en ese momento están trabajando los mecanismos de defensa de aquellos individuos ofendidos y éstos (los mecanismos) los están protegiendo de una realidad a la que todavía no están preparados o tal vez nunca lo estén. Afortunadamente, una de las tantas funciones del arte es romper con nuestros prejuicios y ayudarnos a ver el mundo con un mayor criterio, haciéndolo de manera sutil y disfrutable. No es lo mismo leer un ensayo de 30 páginas sobre los vicios de la iglesia católica, que ver películas con testimonios reales, dirección impecable y trama perfecta, sobre el abuso físico e incluso sexual, que los curas realizan contra las huérfanas o los huérfanos. Aún así, por muy lograda que sea la pieza, constantemente el receptor de la información puede encontrarse demasiado a la defensiva y ni toda la sutileza del planeta le funcionará para romper sus barreras. Este ejemplo es el más extremo, sin embargo no siempre tiene que tratarse de alguien reprimido y negado a la realidad. Como dije al principio, de vez en cuando nos encontramos con personas notables que repudian alguna pieza, a diferencia de algún otro contemporáneo suyo, con el mismo prestigio o nivel cultural. La razón la atribuyo al sistema en el que esa persona notable se ha desarrollado. Quien sea de nosotros, sin darnos cuenta, hemos reprimido cientos de impulsos, que de algún modo nos han llevado a ser lo que ahora somos; estos impulsos van desde lo más prohibido y peligroso de aceptar, hasta lo más sencillo. Y gracias a los mecanismos de defensa. se encuentran sanamente controlados y posiblemente así se mantengan. Por hablar de algún caso en específico, J. M Coetzee posiblemente sea incapaz de simpatizar por una obra que promueva la superficialidad del mundo de la bolsa de valores y los yuppies, que, entre bromas, se burlan de la miseria de África. Es comprensible, su energía la tiene depositada en la sensibilidad por aquellos que sufren la desdicha y la desigualdad. Esto no hace a nadie ni mejor ni peor persona. Cada individuo es diferente.
Aunque yo considero que el ensayo es casi un arte, donde el talento hará más factible la transmisión del mensaje, parte de este escrito tiene como finalidad mencionar la superioridad del cuento o novela, sobre el mismo. Por ejemplo, tomemos el cuento de Aristidemo: “Ejercicio dialogado en el que se transformó un cuento que no tenía sentido y así se quedó”. En esta pieza, una adolescente seduce a un adulto y el adulto, sin caer en rollos moralistas, ni en el panfleto de lo correcto y lo incorrecto, se niega al coqueteo de la hermanita de su amigo, todo por una cuestión completamente emocional; al terminar la historia, puede que entendamos que esa jovencita podría ser la hermana de cualquiera que amamos y es por eso que nos convencemos de cederle un lugar como ser humano con un derecho de respeto y cariño. Esta es una de las posibilidades de lo que nos transmite el autor (sin haberlo planeado), en esta conmovedora historia, y por supuesto es mucho más efectivo que un largo ensayo sobre el amor por los demás, por medio del respeto a la vida.
Para finalizar, debo señalar que también he encontrado gente culta o de la media, que sienten aversión por pieza valiosas, debido a la falta de herramientas para disfrutarla, por una construcción psiquica diversa (por ejemplo: que no tolera o entiende la manera en la que se narra), o por razones enteramente biológicas (“tanto ruido en la obra de teatro no me dejaba concentrarme o no me permitía sentir algo nuevo”.)
Los autores modernos se encuentran adelantados a su sociedad y muchas veces dan por hecho que el espectador cuenta con las herramientas y características necesarias para a preciar, que no tiene prejuicios u obstáculos, o que es capaz de evitar la represión y la negación (el caso de Chejov y Kafka, entre otros, que tienen que pasar años para que sus textos gusten, en una época donde sus ideas eran intolerables y provocaban una considerable inadaptación del sujeto en la sociedad). Habría que darle una segunda oportunidad a esas piezas que desechamos, sin miedo, que a fin de cuentas, la meta de los artistas es darnos una perspectiva más rica, afilando la consciencia para vivir con una mayor intensidad, y el beneficio no es para nadie más, más que para nosotros mismos.
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