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Mareada por el aroma de bebidas alcohólicas que no se dejaban catar por mi boca, repiqueteó un queltehue que con su grito obligó a disipar mi letargo y demostrarme con convencimiento que el campo no había cambiado, que no podía echarle la culpa a unas simples tierras por mi deplorable situación. Entonces eché una mirada y comprobé que la casa era la misma y que las caballerizas guardaban los mismos potros que aunque más viejos seguían transportando a diestros jinetes desde la cumbre del fundo hasta el nivel del mar. Las ovejas no tenían otra opción que ser un paisaje, pues individualmente eran la especialidad gastronómica de la casa. Las mismas nalcas adornaban las quebradas dónde pasábamos horas creyendo que estábamos huyendo de nuestros padres para luego acatar el castigo que no sobrepasaba un par de Ave Marías que fingíamos rezar; ignorábamos que era toda una trampa para acrecentar nuestro sentido de libertad (que por lo demás, a futuro no obedeció a la regla “La libertad se acaba cuando molesta al vecino.”).
No hace falta detallar más para resumir la vida de un grupo de primas que al pisar el fundo comenzaba inconscientemente a imitar un sistema medieval de señoritas refinadas desajustando sus trenzas. Pero SI hace falta detallar (con discreción) que la imagen de damas elegantes en potencia, se hundió con el mismo barro de la quebrada escondida.
...Vuelve el mareo, ya no estoy con mis amigas; el suelo ya no colecciona las varitas de estrellas que nos regalaba el abuelo, sino que es una grosera cantidad de corchos la que se dispersa por el maicillo con una frecuencia fulminante. Es de noche, los queltehues no cantan, se han borrado las cuadros del pasado; sólo estoy suspendida entre botellas y olores etílicos. No es fácil que la mente se atormente cada vez que escucha el chillido de un sacacorchos. No es fácil estar encerrada y castigada en el campo con los amigos del papá. Qué difícil es ser alcohólica a los 18 años.
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Texto agregado el 03-10-2008, y leído por 161
visitantes. (4 votos)
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Lectores Opinan |
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01-11-2008 |
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Intenso el viaje que emprendiste con los recuerdos ... Me encantaría tomar un licor contigo ... sin castigos, solo el hecho de beber y hablar .. y te daras cuenta que el mundo sigue su transformación ilimitada y que es ese el placer de los hombres ... compartir aquellas emociones y aprender de ellas ... Debieses sacar mas provecho de aquellas reuniones y dejar de sentirte encarcelada ... Un abrazo.
pabloantonio |
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06-10-2008 |
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No seas egoista. Nos privas del viaje del personaje, que aunque debe ser doloroso, sólo con esa información podremos valorar realmente lo difícil que es ser alcohólica a los 18.
Tienes imágenes muy ricas del sur, tienes personajes e historias como pa' tenernos cautivos de lo que escribas. Atrévete. NeweN |
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03-10-2008 |
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me gusta el aire que prendas al lector; me gusta tu tono de voz. me atrajo el modo cómo desenvuelves cada frase. el texto en sí dejó un aire algo nostálgico, pero una de aquellas nostalgias que remuerden la conciencia. bien logrado. sí creo conveniente citar el detalle que a momentos me turbó: la puntuación. fue una sucesión de círculos que no mostraron su final, por lo que termina enredándote, y finalmente logras agobiar al lector. pero me gusta tu narrativa. es intensa. el_rey |
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03-10-2008 |
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NO PUS SI DEBE SER MUY FEO ESO.EL CUENTO ESTÁ BIEN LOGRADO. UN SALUDO DE PACO JONES LÓSMIOS marxtuein |
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