Gracias...
por cada despertar a tu lado.
Por llenar mis mañanas de estrellas
y mis noches de soles.

Por tus miradas brillantes,
tus sonrisas eternas.

Por hacer que mis días
sean melodías suaves,
adornadas con cantos
de palabras inventadas.

Por convertir nuestras tardes
en obras de arte,
los domingos en pequeñas fiestas,
los lunes, de espera
y ansias de encuentro.

Pero hoy, más que nunca gracias,
porque es viernes
y nos sabemos cerca,
cada vez más cerca...
Recorremos las horas
en una lenta y bella aproximación
como si nosotros mismos fueramos los que corremos al encuentro.
Al final del camino,
estamos mirándonos
y fundiéndonos en un abrazo.