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Tuvieron que pasar cinco semanas para que ella dudase de lo que siempre creyó haber hecho con mucha precaución. Pero cuando el examen de sangre lo confirmó, no le quedó mas remedio que aceptar que entre tantas copas, ese tipo tan guapo y aquella noche tan divertida, algún pequeño pero crucial paso se había saltado en el metódico procedimiento.
Poco importó entonces la rígida crianza católica y las convicciones que siempre había expresado en público. Mas importó la posible vergüenza ante su familia y el desentendimiento de aquel extraño que llegó a conocerle demasiado bien.
Habiendo ya tomado su decisión, buscó el apoyo de su mejor amiga, la mas inútil de las consejeras. No en un intento por diluir la culpa del crimen que estaba por cometer, pues aún el desespero eclipsaba la que habría de sentir, sino porque el pragmatismo necesario para poner en práctica su decisión exigía tal confidencia.
Solo recuerda el frío de la sala, el pinchazo de la anestesia y una leve molestia al despertar. Pero nunca se enteró de que unos pulmones aún no formados habian dejado un grito desesperado de auxilio y unos ojos primitivos inundaron con lagrimas de dolor en aquel espacio para dar vida que de pronto se convertía en mortaja.
Pasaron los años y la vida como suelen hacerlo: Recordando los pesares a diario durante los primeros, en los segundos de forma intermitente y ya en los últimos como en tercera persona. Y solo entonces, cuando olvido toda culpa y con el estado civil que su esmalte de catolicismo lo permitía, decidió una vez mas dejarse de precauciones y traer vida al mundo.
Cuarenta semanas de creciente carga terminaron para ella casi de la misma manera que aquellas pocas: En una sala fría, con un pinchazo de anestesia y una fuerte molestia al despertar. Y una vez mas, no se enteró de que su pequeño milagro de expiación había preferido ahorcarse con lo único que tenía a mano antes de revivir el grito desesperado de auxilio que aún retumbaban en aquel espacio y beber las lágrimas de dolor que anunciaban la muerte inminente.
Esta vez pasaron los años como suelen hacerlo, pero la vida no.
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Texto agregado el 03-10-2008, y leído por 391
visitantes. (14 votos)
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Lectores Opinan |
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13-08-2010 |
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Escribes muy bien, un texto uf, nada que decir, excelente. LMARIANELA |
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18-07-2010 |
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Me encantó nikita |
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29-06-2010 |
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Muy bueno. Invita a reflexionar. ***** arethusa |
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28-11-2009 |
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Es un escrito conmovedor y me ha gustado a sobremanera, y sigues dejando un poco de soledad en mi en cada final.********** gabosoli |
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28-10-2009 |
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a mi me gustó mucho! lavacamulticolor |
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