El guardián con voz autoritaria y gesto duro, me pregunta ¿Si?
Esto me sorprendió un tanto y algo turbado, con un poco de timidez le pregunte si se podía ingresar, a lo que me responde. Naturalmente si cumple Ud. con los requisitos. Supongo que los conoce, en caso contrario, lo pongo al corriente.
Debe aceptar las condiciones impuestas, además puede hacer las preguntas pertinentes o las que crea necesarias. Le advierto que será su propio carcelero, me dijo, dándome a continuación una llave, al tiempo que me informaba que se trataba de la llave de salida y podía yo usarla en el momento que creyera oportuno. Le pregunte’ si podía usar imágenes de otros cuentos, a lo que me respondió, que todas las personas que resolvieran entrar en sus propios cuentos, podrían hacerlo bajo su responsabilidad y nadie seria responsable si el ingresante no reconocía la salida, y las imágenes ajenas debían ser previamente declaradas. Declare que utilizaría imágenes pertenecientes a Borges. Todo quedo’ debidamente registrado y firmé la conformidad.
La puerta guardada por el hombre se cerro al momento que la traspuse. Puede ver un pasillo largo y poco iluminado, al final una puerta, al abrirla vi un patio en forma de circulo, en el centro una plataforma, también circular, con una silla en el centro. Me senté en la silla, en ese instante se apagaron todas las luces comenzando a girar en aquella plataforma en la que estaba sentado sobre la silla. Cuando se detuvo la plataforma, las luces se encendieron con mayor intensidad. Todas las puertas en un total, siete, presentaban las mismas formas, la misma pintura, imposible distinguir una de otra.
Regresar ya no era posible. Supongo que detrás de cada una de las puertas encontraría lo mismo, pero eso no importaba, porque aunque la situación fuera distinta no lo serian los resultados.
Opte por una; me mostró un pasillo idéntico al del ingreso, a su final una puerta idéntica con idéntica forma, pero de una extensión muchísimo mayor.
Los cuentos no tienen forma, sino por sus palabras, si debo dar las formas de ese interior las palabras no serian suficientes, por lo que dejo librado a la imaginación las estructuras del laberinto y sus múltiples conexiones. Pero la realidad me tenía prisionero en el mismo interior de mi imaginación y esto no era imaginación.
Me pregunte mil veces la razón por la que estaba en ese lugar, sin que ninguna respuesta llegara a ser la correcta. Yo conocía la respuesta correcta, de la misma manera que conocía el motivo por el que decidí entrar en ese mundo. Entre’ porque buscaba mi verdad, verdad que yo mismo había metido en ese laberinto, verdad que no quería reconocer, de la misma forma que no quería reconocer la puerta de salida, puerta perfectamente identificada, pero que no podía utilizar, porque no poder, es idéntico a no querer. No sigan buscando la razón de la sin razón. Solo ella conoce la verdad y puede ser capaz de reconocerla.
ORLANDO
30/09/08
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