Acides constante,
… en la boca del estomago.
Como si algo te degradara sin piedad.
“La biblioteca esta en cenizas,
lo destruyeron todo.
La justificación de siempre, la del oro, la del caos… la de fe intransigente,
los libros siempre pagan el precio.
Recojo lo que puedo…
Hojas sueltas, temas aniquilados,
trabajos futuros… para recuperar la verdad incinerada.
¿Oh Dios!…¿qué no nos vasto con Alejandría?.
En este ocaso interminable, vestido otra vez con harapos,
arranco sin rumbo,
con la carga mas ambigua…
La que inspira sueños, agonías y nuevos devenires.
Aunque para mi… nada mas que sudor y una muerte silenciosa.”
Acides y otras yerbas, algunas mortales.
Una letra en papel… signo evidente de nuestra historia,
historia que no puede, bajo ningún motivo, acabar.
El puesto del harapiento esta libre…
(sobrevivir… sobrevivir).