Podemos comenzar por decir, que la segunda guerra mundial, constituyó un holocausto para la humanidad. Murieron alrededor de 55 millones de personas, entre combatientes y civiles; además, marcó decisivamente los años siguientes a su finalización. Ejemplos de ello: la guerra fría y la evolución del proceso tecnológico en todas sus dimensiones. Sin embargo, aunque la segunda guerra mundial parece ya haber sido analizada hasta el infinito, es indispensable que la tomemos como objeto de análisis para así, reelaborar el significado de lo que creemos que es el concepto de guerra.
El presente texto, busca indagar en esas verdades parciales que los masmedia nos han venido proporcionando en torno al tema. Puesto que: es verdaderamente fácil saturarse de retazos informativos, que se imbrican uno tras de otro formándonos ideas para nada completas de una realidad histórica ya analizada. Tomaremos solo un ejemplo, desconocido seguramente, para el análisis de una historia controvertida, que dejará expuesto el propósito inmediato de nuestro escrito.
El suceso se refiere a la violación masiva de mujeres europeas por parte del ejército soviético, durante el inicio de la “liberación”, el inevitable fin de la omnipotente guerra. En donde se pasó de la barbarie y la opresión, a la “libertad y la paz”. Los hechos y relatos son hasta tal punto excepcionales. Son ejemplo de que todo lo evidente no es concebible, a menos claro está, que investiguemos y analicemos por nuestra cuenta, dejando de lado el bastión mediático en el que solemos apoyarnos.
En primer lugar, la segunda guerra mundial fue un suceso ocasionado por secuelas insondables de la primera. Inició en el año de 1939 y finalizó 6 años más tarde. Afín a la caracterización universal e histórica del término “guerra”, hubo ganadores y perdedores, al igual que “buenos y malos”. O al menos la contemporaneidad nos ha hecho participes de esa manera de ver las cosas. A un lado queda la celebre frase de platón que señala: “los únicos ganadores de la guerra son los muertos”, o las campañas antibelicistas reflejadas en organizaciones que pretendían ponerle fin a los conflictos humanos, como la sociedad de las naciones y la misma ONU.
Vale la pena ahondar un poco más en los sucesos, puesto que han servido de materia prima a los medios para moldear nuestra manera de pensar, y por consiguiente, nuestra manera de reconsiderar las cosas.
Ahora bien, empecemos tomando como referencia, sucesos de la primera mitad del siglo XX y de la segunda guerra mundial, acaso ¿Conoce el lector los siguientes hechos históricos? El holocausto judío y los campos de concentración; Los nazis y su régimen; Adolfo Hitler, su locura y maldad; los crímenes de guerra del sistema nazi; el apoyo alemán a Hitler y su partido; Los enigmas Nazis; La atrocidad de la Gestapo1 y las SS2 ; los crímenes del tercer Reich, entre tantos otros ¡Quién no los conoce¡ Bien o mal, sabemos de ellos. ¿La razón?, la información que hemos recibido de diversas fuentes comunicacionales.
Pese a esto, no sabemos nada referente a la muerte de 10 millones de rusos, entre 1920 y 1930, por parte de su dirigente Iosev Stalin, ni las matanzas de hindúes en 1920, por parte de la unión Británica en su colonia asiática; ni la colaboración y el apoyo del gobierno francés por la búsqueda y posterior envío de miles de judíos a los campos de concentración Nazis, además del tratado de Versalles que humilló a más de una nación Europea, también, los bombardeos descomunales, y a veces sin sentido, de los Norteamericanos e ingleses sobre las ciudades Alemanas… Ni la violación tortuosa de más de un millón de mujeres europeas, no solo Alemanas, europeas, por parte del ejército ruso.
Este último hecho será el objeto de nuestro análisis, pues nos demuestra, que los “buenos de la guerra” también cometen infamias, que podemos fácilmente ignorar por desinformacion.
¿Quien habría de pensar que un ejército de liberación, que pertenecía al bando de los “buenos”, sería capaz de violar mujeres, niñas, y hasta ancianas? Los liberadores de Auschwitz y tantos otros campos de concentración de la Alemania Nazi, olvidaron su objetivo. Bebieron el licor que, estratégicamente, dejaron los cobardes soldados germanos en su retirada y urgidos por los tabús sexuales, que su retrograda cultura les impuso durante la historia, desfogaron sus deseos carnales con los denominados “trofeos de guerra”, mujeres de todo tipo, Alemanas en su gran mayoría, perras fascistas, como les calificaban.
Entre abril, mayo y junio de 1945, con el fin de la segunda guerra mundial, los héroes “comunistas” hicieron de las suyas «Clínicas y médicos informaron que 87.000 mujeres en Viena habían sido violadas por soldados soviéticos en las tres semanas siguientes a la llegada del Ejército Rojo a la ciudad. Un número ligeramente mayor de mujeres fueron violadas en Berlín durante la marcha soviética por la ciudad, la mayoría de ellas en la semana del 2 al 7 de mayo, inmediatamente antes de la rendición alemana. Ambas cifras están, seguramente, calculadas a la baja y no incluyen el incontable número de asaltos a mujeres en los pueblos y ciudades que se encontraban en el camino de las fuerzas soviéticas en su avance hacia Austria y por Polonia Occidental hacia Alemania». Señala Tony Judt en: Postwar: A History of Europe Since 1945” (Postguerra: una historia de Europa desde 1945) además afirma: «Cuando el Ejército Rojo finalmente llegó a Centroeuropa, sus exhaustos soldados encontraron otro mundo. […] Mientras que los solados alemanes sembraron la devastación y el asesinato masivo en el Este, la propia Alemania siguió siendo próspera, hasta el punto de que su población civil apenas tuvo conciencia del coste material de la guerra hasta casi el final del conflicto. La Alemania del periodo de guerra era un mundo de ciudades, electricidad, comida, ropa, tiendas y bienes de consumo, de mujeres y niños razonablemente bien alimentados. El contraste con su propio país, devastado, debió parecerle incomprensible al soldado soviético común. Los alemanes habían hecho cosas terribles en Rusia; ahora era su turno para sufrir. Sus posesiones y sus mujeres estaban allí para ser tomadas. Con el consentimiento tácito de sus comandantes, el Ejército Rojo se soltó con la población civil de los recién conquistados territorios alemanes.» esto es solamente una parte sintetizada del análisis de un autor desde el psicoanálisis, miremos ahora una anécdota coloquial: es el caso del abogado que a pesar del riesgo, había mantenido escondida a su mujer judía durante toda la guerra. Todo el día pendiente de que la radio anunciara el triunfo de los aliados. Cuando por fin éstos (rusos) llegan al refugio le disparan al hombre y se abalanzan sobre la mujer que en vano les grita el secreto tan bien guardado: ¡Soy judía! El esposo muere y ella queda sometida a los recién llegados. Tomado del libro Una mujer en Berlín, anónimo.
Acudimos a este hecho histórico de la segunda guerra mundial, para tratar de nivelar un poco las cosas. Para tratar de dejar bien claro que en una guerra no existen los buenos ni los malos, ni ganadores o perdedores. La guerra es un instrumento de tortura, una mediación de la que se vale el hombre para hacer valer sus objetivos más absurdos. Esto se puede notar en los aspectos históricos de los que hemos venido hablando. Vale la pena resaltar en este último aspecto.
Pongamos por caso la derrota Alemana en las dos guerras mundiales. Pensamos que en la guerra los alemanes fueron los malos, razón por la cual merecieron perder. Asimismo tenemos a los Estados Unidos y sus aliados como los héroes del mundo, por liberar al mundo de la opresión, son los buenos. Esto es una síntesis de lo que se piensa hoy en día después de 60 años, ya que solo es un ejemplo del poder ideológico de los medios, subordinados al hemisferio occiestadounidense del que hacemos parte.
Con la llegada de la televisión en los sesenta, y el desarrollo del cine en gran parte del siglo XX, comenzamos a formarnos en medio de manifestaciones mediáticas sutilmente preparadas, hegemónicas en su estilo, pues: “la televisión entraña no solo un aumento de la inversión económica y la complejidad de la organización industrial, también un refinamiento cualitativo de los dispositivos ideológicos” Jesús Martin Barbero, De los medios a las mediaciones, p. 247
Es importante brindar más ejemplos. En el caso del cine, ¿quién no ha visto filmes históricamente famosos relativos a la segunda guerra mundial? Producciones Hollywoodenses tales como: el día más largo, rescatando al soldado Ryan, pearl harbour, entre tantas otras. Todas, sin excepción, han representado la nobleza del norteamericano envuelto en el conflicto, su arraigado concepto de honor, su coraje desmedido, el bueno de la guerra, el que debe triunfar.
Por su parte, la televisión nos ha mantenido al tanto de los acontecimientos históricos con sus instrumentos particulares de información: los documentales. ¿Quién no ha visto en el History channel las peripecias de los estadounidenses en la guerra? El sufrimiento de los aliados en las playas de Normandía, o el llanto de las madres por la partida de sus hijos. Pocas veces hemos visto algún alemán dando su versión, o algún japonés hablando sobre la muerte de sus familiares. Hay, sin lugar a dudas, parcialidades insolubles que han modulado nuestra manera de pensar. Entonces: ¿hay buenos y malos en la guerra? La respuesta es clara, no los hay. Dado que: un análisis consciente de lo que significa el término guerra no da pie a ese tipo de caracterización.
Por último, la guerra es un estado caótico propiciado por la humanidad, no obstante, el ser humano no es una maquina o un elemento creado para hacer la guerra. Solo cuando analicemos de manera real el significado de lo que es guerra, podremos al fin hallar el porqué de su repetición constante en la historia y su utilización como justificación de la imposición del humano sobre el humano.
Al mismo tiempo, es imprescindible que tengamos en cuenta, que ningún conflicto es comprensible, así los estados a través de su imposición mediática quiera justificarles a costa de parcialidades calculadas. Ejemplos actuales de ello: la guerra de Irak (conflicto bien justificado por los héroes estadounidenses) y el conflicto Colombiano, en el cual, los guerrilleros no poseen madre y caen del cielo.
1. Policía secreta de Hitler. Eliminaba los opositores del régimen.
2. SS, siglas de Schutz-Staffel (‘escuadras de protección’), organización nacionalsocialista alemana encargada, desde 1925, del servicio de seguridad y, además, desde 1941, de los programas de ejecuciones masivas que pusieron en marcha la denominada ‘solución final’, que dejó de existir poco antes de la derrota final de la Alemania nazi, en 1945.
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